Sunday, October 22, 2006

Desierto


En la noche, las constelaciones
exhiben sus joyas con la lánguida concomitancia de esa tierra,
en la hora iniciática de una segunda, demorada
ansia de retorno.
Alteraciones en los volúmenes,
en las dimensiones, lejos y muy cerca de la nebulosa industrial, como mirar la muerte de frente, con añoranza, abandonado al goce, infecundo y aspero de lo inmensurable.
La muerte horizontal del desierto.
El paisaje es avariento,
con la nostalgia de lo aniquilado por innumerables golpes
de sol y luna.
Es curioso como el espíritu puede recrearse ante un paisaje que a primera vista parece estéril.
En poco tiempo la memoria recobra el compás, con las primeras estribaciones de las montanas.
Recreando en cada paso el goce sutil de la existencia animal,
viajar es victoria,
dice el antiguo proverbio árabe.
Llevado por la emergencia avasalladora del ensueño desértico,
escruta el horizonte,
donde se dobla el tiempo,
y las almas trasmutan,
con intensidad desconocida en otras partes, en un siniestro desden por la existencia.
Estoy perdido en la experta configuración de los planos,
en el mar ocre de superficie rugosa,
se definen contra las crestas de las dunas, envueltos en negras túnicas,
los fantasmales habitantes,
Imbricados en las horas
y las lunas,
acechando el paso de lo incontable,
quemados por el silencio,
calcinados por el sol
despótico,
inmisericorde.
En la desmesura del llano, siento una súbita plenitud, como un anonadamiento, dueño del aire, de la luz.