Thursday, November 18, 2010

Nada es suficiente, nunca.

Existe un mito acerca de la insuficiencia de cualquier castigo para cualquier delito, infracción  o simple transgresión que no sea propia, pues la resistente memoria argentina, perfectamente blindada al cierre, al perdón, a la reconciliación o simplemente “seguir adelante”, pasar la pagina, nos impide ejercer ese simple acto de generosidad y altruista entrega.


Es difícil encontrar personas que no hagan un culto del ejercicio rencoroso de la memoria, y propenden, quizás sin especifica intención, un eterno retorno, perfecto en su sincronía circular, sobre el pasado, siempre mejor y siempre peor. 

Todos quieren que su ofensor se pudra en la cárcel y si lo violan y matan, mejor. Aun para los que por su propia codicia cayeron en las redes de algún hábil estafador, aun los que sufrieron en su propiedad, sagrada propiedad, que cuando es de otro no importa y cuando es propia, toda infracción a su santidad debe ser penada con la electrocución o el descuartizamiento.

Sociedad envidiosa y vengativa, poco propensa a la caridad, el perdón o el simple y sencillo arrepentimiento. Sólidos, macizos y vitrificados en nuestras mañas, mentimos y nos mentimos acerca de nuestras supuestas virtudes y capacidades. Lastima que el resto del mundo ve, con bastante tino, nuestras  reales cualidades y nos lo hacen saber con seca y certera sinceridad. Da un poco de vergüenza cuando te zampan, los extranjeros, así, de sopetón, verdades que de tan simples, duelen.