Sunday, November 11, 2012

Idiolectos en monologo, o sea, nada.


Un monologo, proferido desde un atril descuajeringado, desgranado en una profusión de trompitas, de movimientos espasmódicos de un pelo cuidadosamente escenificado, de impostación de voz grave, quiere ser autoridad y suena autoritaria. Una negación indefectible, actuada en simbólica apariencia de confusión, solo muestra el silencio interior de quienes hoy dirigen este, nuestro, barquito de papel mache, cartón corrugado, arrugado, mojado, inundado, interpelado y sumido en una danza orgiástica en la exacta bisectriz de las existencias de unos, y los otros. Danza impiadosa en el filo de una navaja mentirosa. Falsa.