Sunday, May 26, 2019

DESHORAS

A mi siempre, desde muy muy pequeño, me encantó levantarme los domingos a las cinco de la mañana, sentir el pulso lento de una ciudad que no se va a despertar hasta dentro de un buen rato, ir despejando la semipenumbra con alguna mortecina lamparita que no joda a la familia, amortiguar cada sonido, aun el de la vuelta de pagina de algun libro oloroso y que, invariablemente, sale de su arrumbe en esas horas de soliloquios y cavilaciones. La astuta tirania del cronómetro, que desgrana sus tiquitaques pausados y mas lentos, me permiten descifrar el momento exacto en el que nos apabulla la salida de un sol casi invernal, impunemente bello y reconfortante. Una turbamulta de intereses me descoyuntan el alma, quisiera dividir el tiempo, leer con fruicion poesias surgidas de los antros del espiritu de personajes torturados, bucear en la densidad y curiosidad del ensayo, o lisa y llanamente desplegar alguna novela inmensa de algun autor ruso que discurre su ser, su corporeidad proteica, en papel biblia, abierto al azar en cualquiera de sus paginas que resultaran eternas, porque son el alma humana. Es hora, tambien, en el que se miran los pronósticos de los vientos, o de las lluvias, porque esta hora, iniciática, no perdura y un estado diferente del espíritu, menos melancólico y buscón, se adueña de la realidad. Es hora del mate, de la primera mirada al diario, hoy en la insidiosa lucesita mendicante del celular, que pide, sigiloso e imperativo, ser abierto sin mas trámite. Es tambien, hora de definiciones, la salida del sol nos aleja de las trapacerías intelectuales cuasi nocturnas y nos acerca a las esperanzas del dia, la sonrisa de mis hijas o alguna mirada significativa de mi chiquito. Sin dudas, la duplicidad evidente entre los arrobos de la noche moribunda y el dia nonato, arrebatan mi alma y me llenan de una alegria algo inexplicable.