Tuesday, June 17, 2008

La cacerola de teflon de Copani.


El gran drama argentino o la visión del vacío, yo o la nada, el caos o la barbarie. Todos los gobiernos adolecieron de esa visión apocalíptica. En todos me molestaba, por supuesto.

Siempre es difícil juzgar una administración contemporánea, carecemos de perspectiva, y es mas difícil aun cuando parecería que no se pertenece a la misma escala humana. Uno podría ensañarse en la burda curiosidad de la anécdota biográfica de los K, y explicar ciertas obsesiones a la inversa, elevadas a la categoría de epopeya, cuando la realidad pedestre nos muestra un premeditado y barroco sendero de apropiación, de plata y de poder.

Es la misma culpa burguesa que muchos amigos exhiben como trofeos, cuando son estigmas. Cuando son heridas en la piel de la pertenencia. Y no se llevan con alguna honra, sino en la espesura de un fárrago de justificaciones que serian grotescas si no fueran tan compartidas, aun por uno mismo.

Es la misma culpa psicoanalizada que nos paraliza frente al progreso, frente a la movilidad social, pues es lugar común en nuestro lenguaje decir: de donde la habrá currado?.

Es la misma culpa voluptuosa, agónica, prototípica y finalmente eudaimónica, la que nos desgarra en pedazos, condenándonos al silencio de los domados. Porque eso es lo que la canción del teflon quiere decir, en el fondo.


Donde estabas? donde estaba el cantante? puede que cuidando a sus sobrinos, que su hermana martirizada, luchadora ella, de verdad, no de mentiritas como el, dejó.

Es la culpa, nuevamente la que habla, deshermanando y deshonrando la libertad. Y eso que la culpa y la libertad son hermanas de sangre. Sin culpa hay psicopatía, con psicopatía no hay libertad, entre otras cosas.

Y si de libertad hablamos, batir las cacerolas no es batir las puertas de los cuarteles. No es la misma gente, no es la misma realidad. Es mas, la realidad de hace treinta años o medio siglo no es la de hoy, cambiaron varias generaciones, se entremezclaron. Fijense en los apellidos de quienes encabezaron Montoneros, no condescienden a menos del patriciado mas rancio. Hoy serian atildados y deportivos gastadores de camisas rosadas de San Isidro, empleados en multinacionales o envarados y recomendadisimos empleados con sueldo, nada de meritorios, en los Juzgados Federales.

Toda esta sanata es para percutir sobre una rapsodia de complejidades que nos inhabilitan en el derecho mas elemental que todavía no sabemos como hacer valer: la libertad.

Y digo esto, pues la descalificación, el etiquetamiento y la cosificación de cualquiera que bata una cacerola, es hoy producto de un instintivo temor a la delaruizacion del poder. Fundado, quizás, en la experiencia sombría de la huida del aludido. Hoy se descalifica al que bate la cacerola, porque la cacerola fue la manifestación de la clase media despojada de su ahorro. NO fue la manifestación del deshauciado social, del excluido, del pauperizado. Ese fue el piquete.

Es la libertad, boludo.

La libertad de que??

La libertad de disentir, de cuestionar, aun desde la defensa del derecho mas personalísimo, mas privadísimo. No se trata de legitimar con el "permiso" solo a la protesta "social", porque finalmente y con solo una arbitraria operación lógica se corre el riesgo de tacharla de "sectorial"...solo se trataría de una cuestión de mero corte contable, algunos tienen mucho, otros nada, pero eso solo seria una cuestión de asientos contables...e intereses.

Algún marxista lo llamaría, muy adecuadamente "lucha de clases".

Pero solo un marxista. y conozco muy pocos auténticos, de verdad, en este planeta.

No cuestiono en este post las retenciones, sino cuestiono el arbitrario ejercicio represivo que es efectivamente la canción reaccionaria de Copani. No porque no piense que alguna relación con la realidad exista, sino porque no es toda la realidad. La unificación de todas las cacerolas en un enorme wok de teflon made in taiwan, es la satanización, la banalización de cualquier protesta que no provenga de determinado sector que monopoliza la justicia del reclamo.

Y eso, mis queridos amigos, es falta de libertad.