Tuesday, March 30, 2010

AROMAS

Aun cuando es innegable que me equivoco, quizas groseramente, y en un futuro cercanisimo encontrare argumentos que desmientan absolutamente esta percepcion, ultimamente se me antoja que la realidad se asemeja a la concepción de un tipo de personalidad que hacia Ibsen, la personalidad de la cebolla, una del tipo de las que por mas que se la deshoje, siempre es superficie, no hay carozo, no hay esencia, no hay eje.
Un pensamiento insidioso y algo cruel nos induce a creer que nuestra existencia, toda, depende de una miríada de pequeñísimas cuestiones a las que difícilmente atribuimos importancia, como la impronta de color de un atardecer en una tarde que prefigure una noche particularmente prístina y límpida, de un perfume que nos lance a los abismos del recuerdo, y que nos muestre, inefables, las razones últimas de los amores y desamores olvidados.
El aroma del jazmín me penetra y de pronto, las fronteras del tiempo se borran haciéndose uno, mi infancia, mi adolescencia y ahora, en este extraño momento.
Los muertos insepultos que pesan desde el fondo de mi historia, reviven en otro aroma, que súbita e inexplicablemente invade mi presente, el olor del aceite de armas, mezclado con el agridulce aroma de la pólvora.
Extravagante mixtura agradable.