La inseguridad llegó para quedarse, llegó para adueñarse del escenario, para ocupar todos y cada uno de los rincones de la mente de la gente. Ocupa lugar, como cambiar de mano de estacionamiento en días pares e impares, como estar pendiente del baile del caño del gato de moda, como el último celular o zapatilla. La inseguridad está, existe, no es una fantasía ni es una sensación térmica, tiene nombre apellido, grado y escalafón, se viste a la moda, se tiñe del color que haga falta y desgrana su propio lenguaje, que poco a poco gana al inseguro.
Porque de eso se trata, de aterrorizar al inseguro, de meterlo en su cascaron, de que la manta le cubra bien bien la cabeza, aunque los pies se le congelen y se gangrenen, pero que la cabeza este bien tapada. Que no vea nada. Pero nada de nada.
El susto mediático, el eco infinito del mismo hecho repetido hasta la locura, la admonición del prestigioso periodista, la provocación del movilero ganapán que lucra sólo si su nota degenera en algo mostrable, aunque impresentable.
El miedo es un arma, mortal. Liquida los mejores espíritus, liquida la libertad, envenena la diversidad y arruina la solidaridad. El miedo es ubicuo, repta por los rincones mas increíbles y alimenta la teratología mas insólita que anida en lo más profundo del inconsciente.
Esa teratología sale a la luz en estos momentos.
Si algún despistado, sobre todo aquellos que defienden, algo acríticamente, a este gobierno, piensa que la inseguridad no tiene que ver con el gobierno, y le achaca a R10, González Oro y demás comunicadores de esa línea, una intencionalidad aviesa o algo así...sólo le sugiero que, previo atiborrarse con una dosis doble o triple de reliveran, escuchen un programa entero de González Oro...
Si después de tan aciaga experiencia, si algún resto te queda, intenten separar el discurso de kircherismo furioso, de génesis Kunkeliana, del "reclamo por la inseguridad"...
Es imposible.
Porque esa teratología, desencadenada completamente a propósito, que incluye pedidos de pena de muerte, de descerrajar tiros en la cabeza a los culpables, a los que parecen culpables e incluso a los que por si las moscas parecerían culpables, que incluye pedidos de penas ridículas, que linchan a jueces que solo hacen cumplir leyes a las que están constreñidos.
Leyes...el gran mito argentino. Tenemos un problema, pierde un caño en el baño...: HAGAMOS UNA LEY DEL PLOMERO AMATEUR PROFESIONAL Y VOCACIONAL.
Tenemos un problema de talles: Zas, una ley para que los fabricantes fabriquen TODOS pero TODOSTODOS los talles. Aun los tamaños hipopótamo o ratita famélica. 170 o 32 kg de pura tolerancia y corrección política.
El miedo es un arma, les recuerdo.
Y este gobierno usa a mansalva ese recurso.
Y como es su táctica, demoniza a sus adversarios enrostrándoles conductas supuestamente "represoras".
Los principales impulsores de las leyes Blumberg, que son un adefesio jurídico que desequilibro el Código Penal, introdujo elementos inconstitucionales, fueron los diputados y senadores kirchneristas. Si por casualidad se imaginaron que fueron un engendro de la "derecha", entonces desconocen la realidad parlamentaria. Bah, no tienen idea.
El miedo ayuda al poderoso, pero al que más ayuda es al que detenta el poder. Porque desvía el eje del debate. Oculta otros aspectos de la realidad que tendrían poder para desestabilizar a cualquier gobierno. Es mas fácil instalar un debate estéril sobre una pena de muerte imposible, sobre si los jueces "liberan" detenidos porque si, o la supuesta puerta giratoria de las comisarias...es mas fácil distraerse con un "Código Penal Juvenil", que con la corrupción o la inoperancia.
No intento decir que el delincuente juvenil actúa como una marioneta, manejados sus hilos por supuestos Barones de la Delincuencia, sino que es al revés. Es el poder el que aprovecha al emergente social, al sociópata, al fracasado, al desesperanzado, al enceguecido, al limado por la droga, al abandonado, al desamparado, al joven sin padre, que solo encuentra el espejo en una televisión esquizofrénica, en una publicidad obscena, en aspiraciones que nunca, jamás cuajaron en nada, y aprovecha su descontrol, aprovecha la capacidad para infundir terror en su propio beneficio.
No es con leyes ni con represión que se soluciona la inseguridad, sino cambiando el paradigma sobre lo que es permisible. Fíjense que sutil, que concepto liviano, que concepto aparentemente fácil. Pero no. No es fácil, no es fácil cambiar esquemas culturales centenarios de alentar la "transgresión".
Algún empachado de corrección política podría confundirse y pensar que lo que propongo es "cumplimento de la norma a cualquier precio"...
No.
Lo que propongo es que la sociedad no mire con simpatía al transgresor como principio. No todos son locos lindos, no todos son inofensivos o creadores. La transgresión como valor cultural no solo aceptado sino impulsado y deseado, solo lleva a una cacería evanescente de lo que es mas y mas lejos de lo socialmente convivible. La anomia desperdiga y desperdicia los esfuerzos sociales.
Es evidente que solo con un cambio de paradigma cultural no es suficiente para detener un proceso poderosísimo.
Cada dia me sorprendo mas, al hablar con algunos de mis clientes jóvenes, detenidos en las unidades de menores del sistema penitenciario.
Es una generación completamente perdida. Hay que concentrarse en los chiquitos de 10 para abajo. Quizás ahí se pueda hacer algo.
Es parte del sistema imponer miedo, cuando tenes personas miedosas, tenes súbditos mansos, demasiado mansos. Ese temor es el que explotan los factores de poder, en su expresión política, en su expresión militarizada (policía y agencias de seguridad), y en su expresión económica, a través de la industria de la inseguridad.
Que los canales exploten la coyuntura para vender, no solo no es nuevo, sino es incluso hasta imposible de impedir. Pero quien motoriza el supuesto pánico no es otro que el propio gobierno, sus extensiones económicas y todo ello con un fin muy clarito de lucro social, electoral y de dominación.
La miseria es un arma, como la violencia.
Cuando tenes sumergida en la miseria a millones de personas, y ya van más de cinco añitos de kirchnerato, y solo atinas a generar mas y mas miseria, la conclusión es que se trata de una construcción política. Una cuestión de ingeniería social al revés, un arma de destrucción masiva de la seguridad personal de millones de desposeídos y fundamentalmente de los que tienen "algo" para perder...cuando digo algo, me refiero a las clases medias bajas y muy pauperizadas pero mínimamente propietarias que ven al villero a su máximo enemigo. No hay peor enemigo del villero que el que se encuentra en el escalón de arriba. Porque el salto hacia abajo es muy cortito. Se equivocan cuando piensan que los señoritos de clase alta, que curten papa en la boca, son los peores enemigos del marginado. Noooo, al contrario, hoy solo salen palabras de corrección política, mas allá de la negrura de sus corazones. El enemigo jurado es el que está en riesgo de que lo confundan con un villero...
Pero cuando de inseguridad se trata, no se trata de villeros nomas. Sino de jóvenes lumpenes, que abandonaron toda escala social, abandonaron toda posibilidad de encuadrarse en alguna definición. Porque resisten cualquier definición. La enorme mayoría de los ladronzuelos violentos, no solo no sufren carencias materiales, sino que más de un clase media alta quisiera estar munido de los lujillos que se dan.
No es solo la miseria lo que dispara la conducta violenta, porque una vez transpuesto el umbral del daño a la vida, la propia vida pasa a no tener valor..."están jugados"...
La conducta violenta de los adolescentes tiene que ver con la ausencia de padre, con la ausencia de figuras de autoridad y limites. El esmerilamiento que sufre el concepto de limite, cuando no hay alguien con el prestigio que da la paternidad o autoridad por la autoridad misma, tiende a borronear TODOS los limites, entonces...como dije antes, en una sociedad donde todo es relativo, la vida del otro también es relativa....relativa a mis ganas o no de que siga.
Hoy, con veinte o treinta años de diferencia que en Brasil, llega a la argentina la formación de bandas de chiquilines armados, bandas con códigos impenetrables e impermeables a la moralidad mas básica.
No debe faltar mucho para que se propongan ritos sangrientos de iniciación y pasaje. Como las Maras.
Si, hoy por hoy, el paso por la tumba es iniciático. Amotinarse en la requisa, para ir a buzones, es comprarse un pasaje en primera a la nobleza carcelaria. Y si se ingresa con algún fiambre de renombre...ni hablar. No se es sino se estuvo. Solo hay que ver la mirada vacía, cuentan los días y no cuentan los dedos de su propia mano.
Pero para que quede claro...la violencia de arriba necesita la violencia de abajo, se retroalimentan y se necesitan una a la otra.
No hay violencia en el vacío.
No solo es la miseria y la marginación.
Eso es el caldo de cultivo.
Es la propia generación de modelos perversos lo que eclosiona el huevo de la serpiente.
Los modelos se generan desde los medios y desde el poder, cuando imponen paradigmas perversos, inalcanzables y resistentes a cualquier escrutinio moral.
Un hotel de superlujo, adquirido con fondos tenebrosos en el Calafate, envía un mensaje opaco a los jóvenes, tan opaco como el que envía el hijo de puta de Jack Bauer cuando dice, "no hay tiempo"..."es necesario"...o cuando en horario de proteccion al menor se mandan avances de las series tenebrosas de pasadas las 22. Un acido que los chicos se toman inconscientemente con la lechita con lincoln, o el matecocidoconpandurodetodoslosdias.
Esa opacidad, esa ambigüedad entre valores, difumina tan eficazmente el fundamento moral de una sociedad que no puede esperarse más que una sociedad temblequeante y necesitada del diario Soma que Tinelli les suministra con enormes beneficios a sus faltriqueras a bigotes.
La queja diaria sobre la inseguridad, es TAMBIEN Soma y acido. Distraen con justa precisión de los problemas verdaderos.