Monday, December 31, 2018
NONETO ENTRE NY Y LA PUNA, PASANDO POR ABASTO, ESQUINA BROOKLIN
Un conjunto musical en el que un amigo entrañable desgrana su hermoso arte me sorprendió, hace un par de días, en el canal Argentinisima Satelital, no pude resistir y tuve que escribir esto.
Un punteo denso, ominoso y marcial, da inicio al devenir juguetón del fraseo tan emblemático de Juana Azurduy, que si hubiera una voz rasgaría los silencios ancestrales, pero como se trata de un insidioso planteo musicalista, universal, trascendente y al mismo tiempo localista del nortesur, de la mas genuina ascendencia neoyorkina y de la puna, en una amalgama que, sin proponérselo, va subiendo la apuesta de la multiculturalidad sin exclusiones, exclusivismos o demonizaciones de ninguna especie.
El bajo de Juan Carlos Estivill nos induce, siempre, un clima frondoso, un clima de revuelta y de marcha triunfal y dolida, incluso en esos momentos en los que el músico pulsa la cuerda mas cerca del extremo y arrastra la presión en su mano izquierda, sacándole connotaciones que me recuerdan a Pastorius, momentos en los que Wheather Report, solapa su inmortal influencia, su amable tratamiento de los momentos marciales o épicos, enamorándonos de esta versión, tan hermosa, de Juana Azurduy.
Las vociferaciones de la apropiación cultural no sólo no aplican en este caso, sino que lo que se escucha es la prueba viviente de que las fusiones y las mezclas resultan en productos culturales propios, con identidad y con un latido particular que insufla vida, vida autónoma, serena y rica, a las expresiones musicales que no se disfrazan de falsa pueblada o de revolucionarios incandescentes...
El tango, sin embargo, como es una expresión internacional, proveniente todas partes, y de ninguna, como el inmigrante gris y anhelante, esperanzado y, al mismo tiempo, dolido por el terruño y la historia y los huesos y tumbas dejados atrás, resiste con altura y belleza el sano embate de la dulcificación que le impone ese clarinete centroeuropeo, con reminiscencias de ciertos momentos nostálgicos del klezmer. El piano apenas pulsado en delicadas notas, amorosas, nos introduce a un corto pero significativo solo de saxo, pletórico de sensibilidad, preludio del casi perfecto ensamble de factura jazzera, en el que la bruma del alma en la que se sume el cantor, cuando tu no estas, recupera su esperanza, su ilusión, su vida. No es sencillo obliterar una letra tan bella, para apegarse a un fraseo jazzístico de notable esplendor y armonía, y no perder en el intento. El tango Cuando tu no estas es una poesía sencilla, sentida, en carne viva, y la traducción, intentada por el Noneto en términos solo instrumentales, resiste con entereza la carencia de la palabra, de la vibración humana de la cuerda de carne y sentimiento, que es el canto.
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