Saturday, November 05, 2016

EL Zen y el arte de la navegación a vela o, mejor dicho, el Windsurf.

Los windsurfistas somos una especie rara, atormentados por mantenernos al dia en equipamiento, soñamos despiertos rememorando ese primer borde, quizas en aguas cristalinas, quizas en aguas turbias, pero siempre seran aguas cálidas, aun si estan a siete grados, pues es la calidez del abrazo del aire marino, lagunero o fluvial, que nos calienta el alma, aun hoy, a decadas del inolvidable primer borde razonable. Los windsurfistas somos una especie rara, que no duda en desprenderse de una vela o tabla que nos dio enormes satisfacciones, con el solo estímulo de la promesa, mentida o certera, de un nudo mas, de una levísima ventaja, de un gramo de menos... lo cierto es que no somos apegados, y al mismo tiempo mantenemos un prolijo y exhaustivo registro mental de cada pieza de equipamiento que pasó por nuestras manos... estoy seguro de que casi todos nosotros podemos hacer un racconto, bastante exacto de las tablas y velas que alguna vez poseímos, o que nos poseyeron, podría inferirse sin mucho riesgo, pues el windsurf se apodera de tu alma, invade los intersticios de la conciencia y de la inconsciencia, la mirada perdida en los árboles, la obsesiva consulta a los pronósticos meteorológicos... la resistencia a comprometer un dia, una hora, un instante, por la mera posibilidad de que sople. Y la ansiedad del pronóstico de varios días por delante, la resistencia a comprometer la agenda, el silencio en el alma ante la dilución en el olvido, cuando los treinta nudos previstos se convierten en amarretes once y disminuyendo... La nostalgia y la anticipación son parte esencial de nuestro deporte, y no temo decir que, en realidad, está más vinculado con la meditación trascendental, con el Zen, que con el fútbol. Surcar, mano propia, los mares del universo, nos acerca, irremediablemente, a la íntima comprensión de que somos parte de un todo, vela y viento, ola y estela, fugaces, rápidos, eternos, porque nuestra huella, nos queda en el alma, nada más. Nada menos.