Mate amargo todas las mañanas, para mi solo.
Mate medio dulzón con mi socio en el estudio a media tarde, que es medio trolin.
Mate con azúcar y café con mi mucama, que si se me va, mato a alguno.
Mate dulce a morir con mi hija en los campamentos, único lugar que se digna a matear con su padre.
Mate con carboncito que quema el azúcar después del asado. Con joda incluida de venteo del olorcito, como si fuera el incienso sacerdotal.
Mate de leche, cuando era chiquito, y quedaba hasta la nata, cuando la leche tenía nata...
Mate cocido, cada vez que puedo, pero nunca como el que pasaba en el Manuel Quintana, en la mesa con agujeros, rueditas, empujado por María, la portera con su cofia de servir la leche.
Mate de mi abuela, en vasito de vidrio, pero que duro tan poco ella, tan poco como mis trece anos y nada mas.
Mate helado de naranja Crush, en la cárcel de devoto, servido en un convite sombrío, un día que el sol dijo esta tierra es mía y solo están de prestado acá...
Mate con mi vieja, que tiene otro gusto, porque es con mi vieja.
Mate en Israel, en la noche estrellada del desierto, contra la mirada picara y cómplice de un chiquilín, que como yo gastaba los veinte, pensando que era algún piripipi que te transportaba al Macondo, y uno pensando en que el único viaje que tendría el cacho este era al baño y corriendo...
Mate muy lavado, el que uno empieza a probar, temeroso de quemarse la boca con la bombilla, a los siete u ocho años.
Mate lavado y hervido, el que uno disfrutaba a los quince, en ronda con la guitarrita y el fogón, cantando Mi Cuarto, figurándose las maneras de hacer un mate decente, como el que hace papa, no esto, laputaquelopario, además de imaginarse hasta la nausea como voltearse a la morocha de rulitos que me mira, carajo.
Saturday, June 27, 2009
Friday, April 17, 2009
A seguro se lo llevaron preso.
La inseguridad llegó para quedarse, llegó para adueñarse del escenario, para ocupar todos y cada uno de los rincones de la mente de la gente. Ocupa lugar, como cambiar de mano de estacionamiento en días pares e impares, como estar pendiente del baile del caño del gato de moda, como el último celular o zapatilla. La inseguridad está, existe, no es una fantasía ni es una sensación térmica, tiene nombre apellido, grado y escalafón, se viste a la moda, se tiñe del color que haga falta y desgrana su propio lenguaje, que poco a poco gana al inseguro.
Porque de eso se trata, de aterrorizar al inseguro, de meterlo en su cascaron, de que la manta le cubra bien bien la cabeza, aunque los pies se le congelen y se gangrenen, pero que la cabeza este bien tapada. Que no vea nada. Pero nada de nada.
El susto mediático, el eco infinito del mismo hecho repetido hasta la locura, la admonición del prestigioso periodista, la provocación del movilero ganapán que lucra sólo si su nota degenera en algo mostrable, aunque impresentable.
El miedo es un arma, mortal. Liquida los mejores espíritus, liquida la libertad, envenena la diversidad y arruina la solidaridad. El miedo es ubicuo, repta por los rincones mas increíbles y alimenta la teratología mas insólita que anida en lo más profundo del inconsciente.
Esa teratología sale a la luz en estos momentos.
Si algún despistado, sobre todo aquellos que defienden, algo acríticamente, a este gobierno, piensa que la inseguridad no tiene que ver con el gobierno, y le achaca a R10, González Oro y demás comunicadores de esa línea, una intencionalidad aviesa o algo así...sólo le sugiero que, previo atiborrarse con una dosis doble o triple de reliveran, escuchen un programa entero de González Oro...
Si después de tan aciaga experiencia, si algún resto te queda, intenten separar el discurso de kircherismo furioso, de génesis Kunkeliana, del "reclamo por la inseguridad"...
Es imposible.
Porque esa teratología, desencadenada completamente a propósito, que incluye pedidos de pena de muerte, de descerrajar tiros en la cabeza a los culpables, a los que parecen culpables e incluso a los que por si las moscas parecerían culpables, que incluye pedidos de penas ridículas, que linchan a jueces que solo hacen cumplir leyes a las que están constreñidos.
Leyes...el gran mito argentino. Tenemos un problema, pierde un caño en el baño...: HAGAMOS UNA LEY DEL PLOMERO AMATEUR PROFESIONAL Y VOCACIONAL.
Tenemos un problema de talles: Zas, una ley para que los fabricantes fabriquen TODOS pero TODOSTODOS los talles. Aun los tamaños hipopótamo o ratita famélica. 170 o 32 kg de pura tolerancia y corrección política.
El miedo es un arma, les recuerdo.
Y este gobierno usa a mansalva ese recurso.
Y como es su táctica, demoniza a sus adversarios enrostrándoles conductas supuestamente "represoras".
Los principales impulsores de las leyes Blumberg, que son un adefesio jurídico que desequilibro el Código Penal, introdujo elementos inconstitucionales, fueron los diputados y senadores kirchneristas. Si por casualidad se imaginaron que fueron un engendro de la "derecha", entonces desconocen la realidad parlamentaria. Bah, no tienen idea.
El miedo ayuda al poderoso, pero al que más ayuda es al que detenta el poder. Porque desvía el eje del debate. Oculta otros aspectos de la realidad que tendrían poder para desestabilizar a cualquier gobierno. Es mas fácil instalar un debate estéril sobre una pena de muerte imposible, sobre si los jueces "liberan" detenidos porque si, o la supuesta puerta giratoria de las comisarias...es mas fácil distraerse con un "Código Penal Juvenil", que con la corrupción o la inoperancia.
No intento decir que el delincuente juvenil actúa como una marioneta, manejados sus hilos por supuestos Barones de la Delincuencia, sino que es al revés. Es el poder el que aprovecha al emergente social, al sociópata, al fracasado, al desesperanzado, al enceguecido, al limado por la droga, al abandonado, al desamparado, al joven sin padre, que solo encuentra el espejo en una televisión esquizofrénica, en una publicidad obscena, en aspiraciones que nunca, jamás cuajaron en nada, y aprovecha su descontrol, aprovecha la capacidad para infundir terror en su propio beneficio.
No es con leyes ni con represión que se soluciona la inseguridad, sino cambiando el paradigma sobre lo que es permisible. Fíjense que sutil, que concepto liviano, que concepto aparentemente fácil. Pero no. No es fácil, no es fácil cambiar esquemas culturales centenarios de alentar la "transgresión".
Algún empachado de corrección política podría confundirse y pensar que lo que propongo es "cumplimento de la norma a cualquier precio"...
No.
Lo que propongo es que la sociedad no mire con simpatía al transgresor como principio. No todos son locos lindos, no todos son inofensivos o creadores. La transgresión como valor cultural no solo aceptado sino impulsado y deseado, solo lleva a una cacería evanescente de lo que es mas y mas lejos de lo socialmente convivible. La anomia desperdiga y desperdicia los esfuerzos sociales.
Es evidente que solo con un cambio de paradigma cultural no es suficiente para detener un proceso poderosísimo.
Cada dia me sorprendo mas, al hablar con algunos de mis clientes jóvenes, detenidos en las unidades de menores del sistema penitenciario.
Es una generación completamente perdida. Hay que concentrarse en los chiquitos de 10 para abajo. Quizás ahí se pueda hacer algo.
Es parte del sistema imponer miedo, cuando tenes personas miedosas, tenes súbditos mansos, demasiado mansos. Ese temor es el que explotan los factores de poder, en su expresión política, en su expresión militarizada (policía y agencias de seguridad), y en su expresión económica, a través de la industria de la inseguridad.
Que los canales exploten la coyuntura para vender, no solo no es nuevo, sino es incluso hasta imposible de impedir. Pero quien motoriza el supuesto pánico no es otro que el propio gobierno, sus extensiones económicas y todo ello con un fin muy clarito de lucro social, electoral y de dominación.
La miseria es un arma, como la violencia.
Cuando tenes sumergida en la miseria a millones de personas, y ya van más de cinco añitos de kirchnerato, y solo atinas a generar mas y mas miseria, la conclusión es que se trata de una construcción política. Una cuestión de ingeniería social al revés, un arma de destrucción masiva de la seguridad personal de millones de desposeídos y fundamentalmente de los que tienen "algo" para perder...cuando digo algo, me refiero a las clases medias bajas y muy pauperizadas pero mínimamente propietarias que ven al villero a su máximo enemigo. No hay peor enemigo del villero que el que se encuentra en el escalón de arriba. Porque el salto hacia abajo es muy cortito. Se equivocan cuando piensan que los señoritos de clase alta, que curten papa en la boca, son los peores enemigos del marginado. Noooo, al contrario, hoy solo salen palabras de corrección política, mas allá de la negrura de sus corazones. El enemigo jurado es el que está en riesgo de que lo confundan con un villero...
Pero cuando de inseguridad se trata, no se trata de villeros nomas. Sino de jóvenes lumpenes, que abandonaron toda escala social, abandonaron toda posibilidad de encuadrarse en alguna definición. Porque resisten cualquier definición. La enorme mayoría de los ladronzuelos violentos, no solo no sufren carencias materiales, sino que más de un clase media alta quisiera estar munido de los lujillos que se dan.
No es solo la miseria lo que dispara la conducta violenta, porque una vez transpuesto el umbral del daño a la vida, la propia vida pasa a no tener valor..."están jugados"...
La conducta violenta de los adolescentes tiene que ver con la ausencia de padre, con la ausencia de figuras de autoridad y limites. El esmerilamiento que sufre el concepto de limite, cuando no hay alguien con el prestigio que da la paternidad o autoridad por la autoridad misma, tiende a borronear TODOS los limites, entonces...como dije antes, en una sociedad donde todo es relativo, la vida del otro también es relativa....relativa a mis ganas o no de que siga.
Hoy, con veinte o treinta años de diferencia que en Brasil, llega a la argentina la formación de bandas de chiquilines armados, bandas con códigos impenetrables e impermeables a la moralidad mas básica.
No debe faltar mucho para que se propongan ritos sangrientos de iniciación y pasaje. Como las Maras.
Si, hoy por hoy, el paso por la tumba es iniciático. Amotinarse en la requisa, para ir a buzones, es comprarse un pasaje en primera a la nobleza carcelaria. Y si se ingresa con algún fiambre de renombre...ni hablar. No se es sino se estuvo. Solo hay que ver la mirada vacía, cuentan los días y no cuentan los dedos de su propia mano.
Pero para que quede claro...la violencia de arriba necesita la violencia de abajo, se retroalimentan y se necesitan una a la otra.
No hay violencia en el vacío.
No solo es la miseria y la marginación.
Eso es el caldo de cultivo.
Es la propia generación de modelos perversos lo que eclosiona el huevo de la serpiente.
Los modelos se generan desde los medios y desde el poder, cuando imponen paradigmas perversos, inalcanzables y resistentes a cualquier escrutinio moral.
Un hotel de superlujo, adquirido con fondos tenebrosos en el Calafate, envía un mensaje opaco a los jóvenes, tan opaco como el que envía el hijo de puta de Jack Bauer cuando dice, "no hay tiempo"..."es necesario"...o cuando en horario de proteccion al menor se mandan avances de las series tenebrosas de pasadas las 22. Un acido que los chicos se toman inconscientemente con la lechita con lincoln, o el matecocidoconpandurodetodoslosdias.
Esa opacidad, esa ambigüedad entre valores, difumina tan eficazmente el fundamento moral de una sociedad que no puede esperarse más que una sociedad temblequeante y necesitada del diario Soma que Tinelli les suministra con enormes beneficios a sus faltriqueras a bigotes.
La queja diaria sobre la inseguridad, es TAMBIEN Soma y acido. Distraen con justa precisión de los problemas verdaderos.
Friday, January 09, 2009
GAZA 2009
El mundo no ha cambiado nada en los últimos dos mil años. Las comparaciones bobaliconas que se hacen y los mil y un intentos de lavar u obliterar culpas de la masacre de un tercio del Pueblo Judío ensuciando a los sobrevivientes con imprecaciones varias, aupando la más increíble de todas que es la que equipara a Israel con la Alemania nazi, esto es no solo desconocer la historia, sino que constituye lisa y llanamente un burdo intento de justificación. En el ciberespacio el anonimato permite que bestias afirmen impunemente que dejemos de victimizarnos que por algo nos odian en todo el mundo...cuando leí eso no pude dejar de pensar que la pobre Hanna Arendt se equivoco, que Auschwitz no dejó huella en los que esgrimen una retorica infantil o malintencionada acerca de la equivalencia de la máquina de exterminio industrializada de los nazis y las muertes innecesarias, duras, crueles y terribles de civiles en un enfrentamiento armado. Aquel que esgrime el concepto de "proporcionalidad" no solo no reflexiono demasiado en el asunto, sino que compra una visión unilateral del conflicto, una visión políticamente correcta, pero completamente delirada e increíblemente sesgada de la realidad. Si fuéramos nazis la guerra terminaba en un día.
Me encuentro con algunos viejos conocidos en foros de internet, en los cuales me había llamado a silencio, un silencio que rompo no para ponerme a enseñar historia o ciencia política, si alguno ha leído algún anterior posteo de la época del anterior conflicto sabrán mi posición. Es publica y notoria, o por lo menos los que me conocen la conocen. Mi primera intervención fue postear unas frases que eran repetidas por el Dr. Goebbels, como le gustaba que lo llamen.
Der Jude: Kriegsanstifer, Kriegverlangerer!
DER IST SCHULD AM KRIEGE!
DIE JUDEN HABEN DEN KRIEG GEWOLT!
Dr. Goebbels.
Doctor. Es verdad, era un prestigioso egresado de una prestigiosa universidad alemana. Y toda su erudición estaba puesta al servicio del exterminio del pueblo judío en su totalidad. No a la trasferencia, no a la expulsión, sino la aniquilación física del pueblo judío. Fuimos al matadero sin demasiada resistencia, no imaginaban quizás que la maldad podría tener ese rostro, altos, rubios y de ojos celestes, como pregonaba el ideal nacionalsocialista. No imaginaban que cuando Hitler gritoneaba: "los vamos a exterminar" o Goebbels o cualquiera de los jerarcas nazis decían: "los vamos a eliminar", la cosa venia en serio...
Esto viene a cuento no para justificar la operación en Gaza, esta se justifica sólo por la lluvia de cohetes, que algún despistado dice: caseros...caseros las pelotas, tienen más de 10 kilos de explosivos, salen para cualquier lado y son capaces de matar en un radio de cincuenta metros. Los Grads, que son tecnológicamente superiores, son muchísimo mas peligrosos. Algún salame de la condición intelectual de un nabo rallado, jrein, para mas datos, dijo que los cohetes solo servían para arruinarle la cebollas a Berta o algo así...
Esto viene a cuento para decir solo una cosa, si alguien anuncia, todos los días, todas las noches, en cada programa de televisión, en cada sermón del Imam, que vamos a "shaht al iahud", que dice Al maut al Israilia, que dice que el ente sionista va a ser obliterado del mapa...después de Auschwitz...yo me lo tomo en serio.
Entrar a discutir sobre el derecho del pueblo palestino a un estado independiente es absurdo, claro que tienen derecho. Lo que no tienen derecho es a un estado sobre otro estado. Y deslegitimar el derecho adquirido del Estado de Israel a la existencia es tan absurdo como que en los próximos diez minutos todos los argentinos, que no sean de linaje Querandí, Quilmes o cualquiera de los dignísimos pueblos originarios, deben embarcar y partir para Galicia, Nápoles o Polonia. Una tontera que no merece el mas mínimo análisis.
Sin embargo, cuando se habla de Israel, todo vale.
Yo le aconseje a mi amigo, mi amigazo Lito Roitman, que sufre en Israel los bombardeos y el temor, que no intente razonar, no es de razonamiento el tema, es de piel y vientre, a la gente no le gustan los judios y punto. Todo lo demás es comentario. Y para el trasnochado que se pregunte porque no les gustamos, le respondo: porque hace dos mil años que somos el pueblo deicida, tenemos cola, cuernos y nos gusta la sangre de niños para la pascua, somos los que no aceptamos a Cristo, somos los que negamos y traicionamos a su salvador, somos los que lo vendimos por unas monedas, somos los que Lutero dijo que hay que matarlos a todos sin dejar ninguno, somos los que la inquisición dijo que aun después de tres generaciones de conversos, son sospechosos de herejía o de judaizar y por lo tanto candidatos al asado dominical con canticos y gran algarabía de niños y todo el pueblo reunido en la plaza mayor. Somos los que tenemos la culpa de todo, y por eso tenemos que pedir permiso para existir. Ese es el concepto que subyace bajo el manto de "defensa del oprimido" que parecería enarbolar el que defiende la causa palestina. No lo culpo, son demasiadas generaciones de odio, son demasiados siglos de sermones de curas retrógrados y no tan retrógrados.
Hay una enorme campaña de desinformación y no niego que haya víctimas civiles y completamente innecesarias, pero lejos, lejos de las masacres ceremoniosamente reales que se perpetran en nombre de Ala teniendo como victimas a los mismos musulmanes tibios o los infieles. La muerte tal y como la entendemos vos y yo, y probablemente el resto de este foro, no tiene la misma dimensión final que tiene para un Musulmán fanatizado, es un pasaje nomas. La tierra, el mandato de conquista, es un componente inescindible de la religión islámica, tal y como la ven los fundamentalistas, para los moderados la cosa es como una metáfora, para los primeros es literal. Al Andalus volverá a ser islámica por mandato coránico. Esa es la misma filosofía que subyace, ma que digo..., subyace..., es la piedra angular de todo el sistema de creencias y valores de Hamas. Un civil muerto es para ellos un arma más, es una necesidad y un premio. Para Israel es, además del horror en si mismo, una derrota mediática y la necesidad de salir a explicar algo que el mundo occidental no quiere entender.
Occidente aun no entendió el concepto de Shahid, no entendieron que la vida humana no vale nada si no se sacrifica en nombre de Ala, ellos enarbolan a sus bebes muertos con espantosa frialdad o calculada furia y solo para las cámaras. No es que no tengan muertos, sino que calculadamente exponen a sus niños, a sus mujeres. Pero que casualidad, no a los viejos, ni a los hombres...en esas explosiones mueren solo mujeres y niños.
Perfectos Shahid. No cuestan nada.
Cuando digo que enarbolan sus muertos no uso una metáfora, no es una figura del lenguaje, sino una manifestación cultural muy literal de la forma en que se manejan los muertos, civiles y militares. La manipulación del horror tiene que ver con la cultura islámica, en su veta más profunda. Las decapitaciones, los fantasmales uniformes negros, las declaraciones acerca del rio de sangre en que nadaran los infieles, no son manifestaciones simbólicas o verbales, no son palabras nomas. Son necesarias en la estructura del pensamiento y del sentimiento fundamentalista islámico.
La sangre expuesta y brotando son como medallas, de ahí la profusión de fotografías de gente eventrada. Hay decenas de conflictos más crueles y sangrientos en el mundo, pero las que evocan las fotografías mas explicitas siempre son las que provienen del mundo musulmán, saben que son una necesidad para consumo interno y funciona además como un arma que se equipara a las bombas que perforan bunkers, o como las cargas de profundidad, son casi gritos mudos que nos penetran y nos revientan por dentro. Y cuando digo dentro, digo dentro de nuestra cultura, psicología y sensibilidad occidental, que no resiste por suerte, la visión de la muerte expuesta así, impúdica.
Algún desprevenido va a salir al cruce con que yo justifico la muerte de civiles... no es así, yo no contesto la chicana fácil, y no es que niego que haya errores que se transforman en horrores, pero como ya dije antes, si alguien repite que me va a exterminar una y otra vez, y deliberadamente bombardea mis ciudadanos, yo lo tomo en serio.
La guerra urbana plantea dilemas crueles y a veces insolubles. Hamas plantea esa forma de accion porque le conviene, no porque sea chico, porque tiene 16000 combatientes entrenados en Iran y Líbano, sino porque necesariamente van a haber bajas civiles...pucha que me jode terriblemente usar esa terminología, no hay bajas civiles, son muertes duras, son muertes crueles.
Hamas no es el pueblo palestino, sino una excrecencia calamitosa para el mismo, no es una manifestación nacionalista sino Islámica, que es justamente antinacionalista. Por eso ni les interesa ni quieren un Estado Palestino. Quieren todo y que los demás, los judíos y cristianos sean Dhimmi.
No, gracias.
Wednesday, December 03, 2008
Tuesday, November 11, 2008
VACACIONES
La tragedia se gesto en algún rincón oscuro de la casa, tres mujeres, en completo secreto, se reunieron en un abierto aquelarre, planificando uno a uno los pasos que finalmente llevaron a mi actual desdicha. No asocie, al principio, las aviesas miradas entre ellas, los silencios cómplices y la súbita conversación interrumpida, con el asedio, la asombrosa y brusca presión sobre mi demudada psiquis, que sobrevendría irremediablemente.
El horror aconteció en alguna habitación llena de peluches, que con la mirada perdida, seguían el desenlace inevitable de tan macabra elucubración.
Yo no sabia muy bien a lo que me enfrentaba, ni tenia idea de que clase de contrahechizo tendría que ejercer para contrarrestar la intrincada emboscada que se me tendió desde la oscura alma femenina, que en un esfuerzo inhumano, junto tres poderosas voluntades para doblegarme y someterme al suplicio mas vergonzante.
El parapeto fue armado de libros, trastos viejos y una insuperable cantidad de inutilidades compradas en el último acceso de fiebre consumista que me acometió. Recuerdo esos momentos con tremenda angustia, el sudor frió surcándome la espalda, los dedos temblorosos presionando las teclas de mi noble amiga, con el sonido trastocado del rasposo roce de la pluma al grueso y noble papel al corto picoteo de un ave destruyendo la dura corteza buscando el gusano salvador. Pero las palabras yacían allí, frente a mí, vibrantes y cuando faltaban un latido hipnótico, una línea negra me instigaba a seguir y seguir.
La noche me encontró con el semblante muy pálido, junto a la ventana. El velador arrojaba una luz ambarina y enfermiza.
El resquicio en mi cordura se convirtió en una sinuosa grieta, desde donde brotaban, profusas imágenes de terror. La grieta se convirtió en ruptura, la ruptura en quiebre. Y es en ese aciago instante que el diabólico conjuro invocado por la avidez de las tres sobrehumanas criaturas que en perfecto disfraz se abrazan a mi, y lograron que la niebla se apoderara de mi voluntad.
Las vacaciones serán en Punta de Este…maldición, otra vez. Como fue que decidí esto? cuando? No recuerdo…solo una bruma en el centro de mi foco mental y la nada…
KASBAH
La sutil mañana se confunde sin remedio con el sol del mediodía, mezclando las voces de los niños con los gritos de los mercaderes milenarios que se apostan en las entradas de sus oscuros y atiborrados comercios, heredados de decenas de generaciones.
La kasbah bulle de actividad, desde el techo donde observamos el movimiento capto con mis binoculares los detalles de una operación comercial, mi curiosidad esta excitada al máximo, a veces olvido donde estoy y el motivo.
Las callejuelas apretadas se retuercen y se angostan sin orden aparente, solo se distinguen por el aroma que despide cada zona de comerciantes, los especieros, con sus cubiles repletos de bolsas de azafrán, tomillo, baharat y comino, todo mezclado en un fuerte aroma oriental, los panaderos, con sus bandejas de lata de pan caliente cubierto de sésamo.
En otra calle los herreros y artesanos del metal martillan al lado de sus primitivas fraguas...un mundo detenido entre los siglos se cierra sobre la Kasbah, miles de murmullos se confunden en una infernal batahola de mercaderes y artesanos y políticos desocupados.
Un buque ha salido del puerto. Avanza lentamente por las aguas quietas de la pequeña bahía, sus mástiles asomaron primero sobre los redondeados techos, luego el resto del casco por encima del viejo muelle de Sidon.
No hay tiempo, no hay día, ni noches, solo una sucesión de caóticas y violentas situaciones, de crisis en crisis, el sueno se distribuye irregular, por lo que estamos siempre agotados.
Los días se suceden, los meses, la interminable sensación de que es el fin, pero no, la violencia irracional es el leit motiv de los libaneses, y nosotros... la pregunta es mas bien un aguijón clavado en nuestra carne, indescifrable.
El camino de vuelta de la Kasbah hacia el pequeño fuerte es largo y el calor del levante comienza a sofocarnos bajo los uniformes y los pesados chalecos antibala.
Las casas derruidas se suceden, intercaladas en huertos de naranjos y nísperos cargados de frutos dulcísimos, contradicen la aparente pobreza.
Mis pasos seguros se tornan cautelosos, observo con cuidado cada matorral, en busca del indicio que me salvara o que me acabara...
Mis ojos cansados se detienen de cuando en cuando en alguna cara, su odio se refleja casi inconscientemente, el ceno fruncido, los ojos entrecerrados.
Termina uno por respirar un aire enrarecido, cargado de hostilidad, manifiesta y de la otra.
Otra vez sentía esa rara sensación, su mente cabalgaba por lejanos y densos bosques de ideas y sentimientos, su cuerpo, en cambio, seguía aquí, en el infierno, sudando y temiendo, tenso a la espera de la detonación, o el traidor puñal en una angosta callejuela de la kasbah.
Dos planos, dos personas, dos realidades, quizás muchas mas, y la certidumbre de saberse desubicado en todas ellas.
El ronroneo del motor del generador del puesto de vigilancia ya se escuchaba en la distancia. La torrecilla de vigilancia asomo en el codo del camino y tras informar por radio nuestra proximidad, nos introducimos en la franja de terreno arrasado que rodea al puesto.
En pocos minutos nos encontraremos en la relativa seguridad tras la empalizada de tierra.
El ritual del regreso comenzaba para mí.
El primer paso era despojarme de la parafernalia que llevaba encima, las cartucheras, las granadas, los cohetes, el chaleco, el casco.
Luego limpiaba minuciosamente mi arma, aunque no la hubiera usado. Calmaba mi ansiedad.
Por ultimo limpiaba mi cuerpo dolorido en la ducha improvisada con una lata agujereada por el fondo, y me tendía en el catre, entregándome a un corto y sobresaltado sueno, poblado de pesadillas.
Dos planos, dos personas, dos realidades, como si a través del tiempo me llegara una vasta herencia violenta, como si otro se solazara con mi desdicha.
El resto del día paso apático, entre rutinas y guardias, la noche equivoca se abrió paso y sin avisar se instaló, con su carga de peligro e inseguridad, en las desprevenidas calles.
Una oscuridad casi total, solo destrozada aquí y allá por pequeños puntos de débil luz.
Otra vez C. se encontró en medio de la kasbah, solo que la noche la transformaba totalmente, el lúgubre silencio, los pequeños comercios cerrados, las ratas chistando desinhibidas y defendiendo su reino, indignadas.
Amparándose en el silencio y la oscuridad, C. sintió como sus sentidos perdían entidad paulatinamente.
Se transformaban en esa maraña de incontenibles instintos, de ferocidad que lo invadía y le permitía sobrevivir en esa increíble violencia, superando día a día la locura.
No pocas veces se preguntaba el porque de su insólita presencia, su pasado porteño, su historia, todo estaba totalmente fuera de lugar, y así se sentía demasiado a menudo.
No temía desconcentrarse en pensamientos vanos, ya que tenia puesto el piloto automático, como si su cuerpo y su alma siguieran caminos distintos, alejados entre si, uno buceando en su interior, el otro buscando sobrevivir.
Se olvidaba de todo cuanto lo rodeaba y casi sin darse cuenta, de desprecio por su propia vida, el juego permanente con la idea de la muerte, con la certeza del kamikaze se lanzaba en una alocada búsqueda.
Una llovizna glacial comenzaba a caer, la noche cerrada se ilumino de repente con el resplandor de unas explosiones lejanas, casi confundiéndose con los truenos que retumbaban en el oeste.
La patrulla continuaba su trabajo, la llovizna se había convertido en un aguacero molesto, sucio, el lodo que se formaba cada vez que llovían dos gotas, se pegaba a las suelas de las botas.
Un café caliente los esperaba en el campamento, C. se había sentado junto a las hornallas, saboreando el liquido oscuro que, decían, era café, pero había fundadas sospechas de que se trataba de garbanzo tostado y molido. Rafi Saadon era el encargado de cocinar esa noche, su ascendencia oriental se reflejaba en el sabor picantísimo de la comida.
El eco lejano de las explosiones ceso de repente, alguien pregunto, involuntariamente, en voz alta:
- Que es eso?.
- Termino el asunto de Damur, los cristianos se están dejando de joder.- dijo Ioram, lentamente, y continuo comiendo la mezcla de berenjenas y cebolla que matizaba la mesa de esa noche.
El silencio que siguió a esa intervención era significativo, todos sabíamos que los cristianos eran lo mas parecido a nuestros aliados que podíamos encontrar en el Líbano, incluso los tratos cotidianos que teníamos con la Falange nos daban esa ilusión, Sidon, sabíamos, era la llave del sur del Líbano, y quien dominara Sidon dominaría el acceso a la zona de seguridad que Israel establecería dentro de algún tiempo.
De todas maneras, no nos importaba demasiado, sentíamos que esa era una guerra desquiciada, que solo cobraba vidas de nuestros compañeros. Las muertes que causábamos era como si no contaran, nos negábamos a dedicarles la mas minima reflexión, estoy seguro que enloqueceríamos si lo hiciéramos, C. de todos modos, jugueteaba en el limite.
Sunday, October 12, 2008
Te con Naana. Sidon 1983.
Decidió que era hora de hacer un pequeño paréntesis. Estaba profundamente cansado, lo sentía en cada hueso de su cuerpo, en cada músculo. El café sabía a mierda, el te era aceptable sólo si el azúcar superaba la proporción habitual por mas del doble. Lo único bueno era la sensación de calor descendiendo por la garganta e invadir, desde dentro y de a poco, los espacios vacíos. No era algo fácil hacerse un simple té, había que contar con cierta complicidad del cocinero, Tuvía, un hijo de inmigrantes marroquíes, siempre dispuesto al insulto fácil y a la mirada amenazadora, pero de una dulzura enorme e indestructible, sobre todo si estaba de buen humor.
La cocina siempre era un lugar improbable, con un orden militar pero con un desorden muy idiosincrático, parecía imposible que esa pequeña mesada de un metro y medio por sesenta centímetros, se prepararan alimentos para más de cien personas, tres veces por día. No, el mal humor crónico no era infundado.
Las abolladas ollas de aluminio se apilaban en los estantes de una enclenque estantería, y junto a ellas unos anónimos frascos de plástico, amarillos en su mayor parte, indistinguibles uno del otro, por lo menos para mi, que contenían los sagrados condimentos que constituían el sino de la cocina militar del Ejercito Israeli.
El invierno no había comenzado aun, sin embargo se observaban los signos sutiles de su inminencia, las hormigas acarreando frenéticamente lo que podían, las pequeñas nubes que se acumulaban en el Oeste. La neblina irrumpía en las noches, una filigrana deshojada que día a día engrosaba su curiosa lengua, cada día preanunciaba el enfriamiento inevitable. La tierra sedienta después de muchos meses del seco verano se bebe esa mezquina humedad, reverdeciendo alguna hebra de pasto y despertando las primeras semillas.
El té hervía en el cacharro abollado y manchado, Tuvía, que me miraba con inmensa conmiseración, pues sabia mi soledad, o la intuía con extraordinaria precisión, se levantó y me sirvió el liquido caliente con habilidad, dejándolo caer desde lo alto, haciendo una atractiva espuma y al mismo tiempo aireándolo, el azúcar me lo dejo a mi criterio. Eso si, unas ramitas de menta aparecieron de la nada y cayeron en el líquido humeante y espumoso y una reacción química increíble liberó los aceites esenciales de esas modestas hojas inundando el recinto del aroma del naana, menta verde y fresca. Por un brevísimo instante la esperanza retornaba, soslayando el infierno cotidiano de la guerra.
Wednesday, July 30, 2008
Internet, de chiquilin te miraba de afuera...
Los que estamos a caballo entre la “premodernidad” de los 50 al 70, la "modernidad" de los 80, y la "posmodernidad" de los 90, de alguna manera gozamos de mucho de la pastoralia pretecnologica, la época en que había que levantarse a cambiar a uno de los cuatro canales que se veían, y solo si tenias suerte captabas el 2...y al mismo tiempo pudimos subirnos al furgón de cola y disfrutar de las mieles de la hípercomunicación...o de la incomunicación...depende, casi casi como que pienso que si bien la charla, café o mate de por medio es absolutamente insustituible, el chat, el foro, el teléfono celular omnipresente, los mensajitos, el msn y cuanta forma de comunicación que vertiginosamente asoma casi todos los dias con alguna novedad que deja casi toda nuestra parafernalia, adquirida con verdadero esfuerzo, como utensillos de piedra en tiempos del bronce. Hacer un amigo, antes, era una cosa de piel, de noches compartidas, de infidencias dichas a la luz de neón de una vidriera de un negocito de barrio, cerrado hasta que despunta el nuevo día. Momento en que se elegía mojar la medialuna en el bar de la esquina o tratar de torrar algo hasta que el grito destemplado de la mamma, (inútil! levantate! que te pensas?? que soy la sirvienta?! anda a laburar, vago!) nos sacaba, lagañosos y existencialistas, a la calle de baldosas acanaladas, levantadas alrededor de los árboles, cuyas raíces se adentraban, todavía, en el subsuelo sano de la periferia.
Hacer un amigo hoy, suena raro, pero es mas facil. El teclado es avido, pide detalle, pide infidencia, pide verdad. Es mas fácil mostrar las miserias primero y la cara después. O nunca. Y sentir que se compartió todo con...quien?
Lo maravilloso de internet es que, a veces, ese "quien?" ha trascendido, en muchos casos, el nick, la impostura, la mascara y adquirió ribetes de amistades entrañables, basadas en la confianza y la complicidad.
Vuelve el café, el mate, vuelve el whisky, vuelve, cada tanto, para reafirmar que vivimos vidas similares, con nuestros aprietes, nuestras nanas y condicionamientos.
Los premodernos, jeje, han debido pasar de la estética del Rico Tipo, pero si no pasaban antes por El Eternauta...no pasaban por ningún lugar. Ese fue el eslabón que ligó a las generaciones. El salto cuántico que nos permitió sentarnos en esta magnifica olla pirula y mojar nuestros pinchos y morfar a gusto de la experiencia ajena.
Y hoy nos sentamos frente a nuestras computadoras, con las caras iluminadas por la luz inane de la pantalla, como miembros de una lejana tribu, frente al fuego nocturno prendido con enorme esfuerzo y mantenido encendido con enorme pasión, movidos por la urgencia ineluctable...ganar el cielo o perderlo, en una movida única, para vencer la soledad.
Sunday, June 29, 2008
El Miedo
El espectro evanescente del miedo, ubicuo, polimorfo, camaleónico, invadiendo cada mente megalómana de uno u otro bando. Dilema dialéctico que solo desencadena los peores espíritus, que presuponen el terror de mañana. Los sicópatas nunca pasan de moda, siempre ejercerán un hipnótico poder sobre los tibios, sobre los despechados, sobre los cobardes. Subliman al criminal en potencia, energizan al lábil y lo impulsan a la realización de la fantasía de destrucción del objeto frustrante.
Transfiguran, de alguna manera torcida y cruel, el defecto en virtud, solo con la secreta esperanza de insuflar sus vidas con algún significado. Cualquier significado.
Es el miedo la fuerza dominante en estos días, el miedo a perder los pequeños espacios de poder, poder entendido como la mera posibilidad de modificar, aunque no sea significativamente nuestro entorno. El miedo a perder las pertenencias, la pertenencia a un grupo o clase social, a perder el espacio cerrado, vallado y amurallado de los afectos. El miedo invade las expectativas, anula la iniciativa y encadena la imaginación. El miedo se pierde en conjeturas vacías acerca de las posibles perdidas. La perdida es la madre del miedo.
Los nuevos y paupérrimos iconos de la comunicación masiva son los movileros, seres que, movidos por un inmenso terror a “quedar afuera”, provocan la reacción indignada o temerosa de gente ansiosa de un instante de notoriedad en el medio de sus mediocres y tristes vidas.
Cada factor de poder explota el miedo como eternizador del status quo, el miedo disparador de mecanismos de dominación que los perversos asumen como actos complejos que sirven para mantener la jerarquía de dominio en el ámbito de su comunidad.
La ansiedad del despojo actúa como un intenso astringente sobre los anhelos de los jóvenes, que solo asisten a la propia e insignificada entrega de diplomas de la estupidez mediatizada. El miedo a la desposesion, en una juventud privada de anhelo profundo de cambios, solo seducida por la capacidad de ejercer poder a traves de la posesión de símbolos de riqueza. Cabria preguntarse que mecanismos profundos han cambiado en el lapso de veinte años como para que el paradigma de realización haya transferido su peso hacia la sola demostración de los símbolos. Quizas todo se trata de una regresión al estado prelogico en el que la sola exhibición de ferocidad alcanzaba para acreditar efectivamente ferocidad.
La cosa ha desplazado al objeto, la cosa en su sentido mas palpable y brilloso, la cosa como apropiable con ambas manos, la cosa como atesoramiento del ser. Sin la cosa no se es. Este mecanismo, consecuencia deseada o no deseada del terror a la perdida, ha desencadenado una serie de eventos de difícil mensura en cuanto a sus alcances, no solo por la profundidad en que esta impresa en el inconsciente colectivo, sino por la extensión en que se manifiesta. Y esto es en casi cada una de las manifestaciones de lo diario, de lo cotidiano. La preservación de lo “propio” adquiere proporciones míticas. La preservación del microentorno familiar adquiere complicados rituales que abrevan en el vinculo con lo telúrico y en patriarcal, pero trasladando el objeto al vinculo familiar. La sobrevaloracion del vinculo de familia, por encima del vinculo social, ha vinculado aun mas al sujeto con la cosa, porque la cosa es lo que ha logrado la familia, el padre, y esa cosa debe ser preservada de toda agresión, de todo ataque. El miedo a perderlo “todo”, motoriza conductas de aglutinamiento familiar que desmovilizan a una juventud otrora progresista y hoy profundamente reaccionaria.
Marx interpretaba que el proletariado era una fuerza profundamente revolucionaria porque “no tenia nada que perder”.
La desmotivación del joven como fuerza de cambio social, es consecuencia directa del miedo. El miedo es la fuerza mas poderosa que se ha instalado como motivador de conducta. Miedo instigado, además, por el propio mercadeo mediatico de venta de noticias. La venta del asedio, la venta del amurallamiento como conducta obligada, ha desatado fuerzas profundamente regresivas en el subconsciente colectivo. No se trata de estigmatizar a la clase media como “miedosa” de perder sus “cosas”, sino de una conducta que es abarcativa aun de las clases mas desposeídas. Esas mismas masas desposeídas, son “propietarias”, o aspiran a serlo y como tales se asumen guardianes celosos de su “cosa”. Esta puede estar compuesta por una pila de plásticos o botellas que a ojos menos entrenados pueden ser confundidas con lisa y llana basura, pero que constituyen un recurso susceptible de ser mensurable,y finalmente atesorable.
Es, en estos desposeídos, el terror a la perdida, mas paralizante que lo que uno supondría en personas que no tienen “mucho” para perder. La defensa de la pila de desperdicios que da sustento a esta clase es, por mucho, visceral y desprovista del elemento aglutinador mítico “familiar” que sustenta la defensa de lo propio por parte de la clase media.
La economía del miedo ha desarrollado industrias, no solo las vinculadas a la venta de una supuesta seguridad, sino un complejo entramado de tecnologías.
El terror es la manifestación colectiva del miedo, exasperada desde un grupo hacia otro. Esa forma de expresión del miedo no es la que nos preocupa en este escrito, porque excede lo personal y se instala en lo institucional. Disparando respuestas institucionales que lejos están de los mecanismos que apestilla el miedo a la perdida.
Es el miedo particular a la perdida, a la perdida personal el gran desmovilizador de la sociedad actual, motorizado desde la venta de modelos arquetipicos en los medios, a través de la publicidad, a través de las ficciones que recogen la imagineria popular en iconos “familieros”, hasta la aterrorizacion inducida desde el noticiero, que la propia realidad, consistente siempre en producir su propia e inalterable dosis de truculencia, se encarga de difundir hasta el hartazgo de la multiplicación infinita del eco multimedia.
Una sociedad amedrentada no es una sociedad libre. La cobardía social que aquilata la clase media acomodada argentina, evidencia un quietismo y mediocridad que solo puede conducir a una depleción del reservorio intelectual donde abrevaran las futuras camadas de lideres y profesionales.
Transfiguran, de alguna manera torcida y cruel, el defecto en virtud, solo con la secreta esperanza de insuflar sus vidas con algún significado. Cualquier significado.
Es el miedo la fuerza dominante en estos días, el miedo a perder los pequeños espacios de poder, poder entendido como la mera posibilidad de modificar, aunque no sea significativamente nuestro entorno. El miedo a perder las pertenencias, la pertenencia a un grupo o clase social, a perder el espacio cerrado, vallado y amurallado de los afectos. El miedo invade las expectativas, anula la iniciativa y encadena la imaginación. El miedo se pierde en conjeturas vacías acerca de las posibles perdidas. La perdida es la madre del miedo.
Los nuevos y paupérrimos iconos de la comunicación masiva son los movileros, seres que, movidos por un inmenso terror a “quedar afuera”, provocan la reacción indignada o temerosa de gente ansiosa de un instante de notoriedad en el medio de sus mediocres y tristes vidas.
Cada factor de poder explota el miedo como eternizador del status quo, el miedo disparador de mecanismos de dominación que los perversos asumen como actos complejos que sirven para mantener la jerarquía de dominio en el ámbito de su comunidad.
La ansiedad del despojo actúa como un intenso astringente sobre los anhelos de los jóvenes, que solo asisten a la propia e insignificada entrega de diplomas de la estupidez mediatizada. El miedo a la desposesion, en una juventud privada de anhelo profundo de cambios, solo seducida por la capacidad de ejercer poder a traves de la posesión de símbolos de riqueza. Cabria preguntarse que mecanismos profundos han cambiado en el lapso de veinte años como para que el paradigma de realización haya transferido su peso hacia la sola demostración de los símbolos. Quizas todo se trata de una regresión al estado prelogico en el que la sola exhibición de ferocidad alcanzaba para acreditar efectivamente ferocidad.
La cosa ha desplazado al objeto, la cosa en su sentido mas palpable y brilloso, la cosa como apropiable con ambas manos, la cosa como atesoramiento del ser. Sin la cosa no se es. Este mecanismo, consecuencia deseada o no deseada del terror a la perdida, ha desencadenado una serie de eventos de difícil mensura en cuanto a sus alcances, no solo por la profundidad en que esta impresa en el inconsciente colectivo, sino por la extensión en que se manifiesta. Y esto es en casi cada una de las manifestaciones de lo diario, de lo cotidiano. La preservación de lo “propio” adquiere proporciones míticas. La preservación del microentorno familiar adquiere complicados rituales que abrevan en el vinculo con lo telúrico y en patriarcal, pero trasladando el objeto al vinculo familiar. La sobrevaloracion del vinculo de familia, por encima del vinculo social, ha vinculado aun mas al sujeto con la cosa, porque la cosa es lo que ha logrado la familia, el padre, y esa cosa debe ser preservada de toda agresión, de todo ataque. El miedo a perderlo “todo”, motoriza conductas de aglutinamiento familiar que desmovilizan a una juventud otrora progresista y hoy profundamente reaccionaria.
Marx interpretaba que el proletariado era una fuerza profundamente revolucionaria porque “no tenia nada que perder”.
La desmotivación del joven como fuerza de cambio social, es consecuencia directa del miedo. El miedo es la fuerza mas poderosa que se ha instalado como motivador de conducta. Miedo instigado, además, por el propio mercadeo mediatico de venta de noticias. La venta del asedio, la venta del amurallamiento como conducta obligada, ha desatado fuerzas profundamente regresivas en el subconsciente colectivo. No se trata de estigmatizar a la clase media como “miedosa” de perder sus “cosas”, sino de una conducta que es abarcativa aun de las clases mas desposeídas. Esas mismas masas desposeídas, son “propietarias”, o aspiran a serlo y como tales se asumen guardianes celosos de su “cosa”. Esta puede estar compuesta por una pila de plásticos o botellas que a ojos menos entrenados pueden ser confundidas con lisa y llana basura, pero que constituyen un recurso susceptible de ser mensurable,y finalmente atesorable.
Es, en estos desposeídos, el terror a la perdida, mas paralizante que lo que uno supondría en personas que no tienen “mucho” para perder. La defensa de la pila de desperdicios que da sustento a esta clase es, por mucho, visceral y desprovista del elemento aglutinador mítico “familiar” que sustenta la defensa de lo propio por parte de la clase media.
La economía del miedo ha desarrollado industrias, no solo las vinculadas a la venta de una supuesta seguridad, sino un complejo entramado de tecnologías.
El terror es la manifestación colectiva del miedo, exasperada desde un grupo hacia otro. Esa forma de expresión del miedo no es la que nos preocupa en este escrito, porque excede lo personal y se instala en lo institucional. Disparando respuestas institucionales que lejos están de los mecanismos que apestilla el miedo a la perdida.
Es el miedo particular a la perdida, a la perdida personal el gran desmovilizador de la sociedad actual, motorizado desde la venta de modelos arquetipicos en los medios, a través de la publicidad, a través de las ficciones que recogen la imagineria popular en iconos “familieros”, hasta la aterrorizacion inducida desde el noticiero, que la propia realidad, consistente siempre en producir su propia e inalterable dosis de truculencia, se encarga de difundir hasta el hartazgo de la multiplicación infinita del eco multimedia.
Una sociedad amedrentada no es una sociedad libre. La cobardía social que aquilata la clase media acomodada argentina, evidencia un quietismo y mediocridad que solo puede conducir a una depleción del reservorio intelectual donde abrevaran las futuras camadas de lideres y profesionales.
Monday, June 23, 2008
La Perfeccion.
Pero, que es la perfección?, sino un momento etéreo, fugaz, una mirada al abismo y que el mismo no te la devuelva.
Que es la perfección?, sino ese marasmo de imperfecciones que digitan un armónico, pulsan la cuerda justa, presionan la tecla vital y en un sencillo acto de formidable fe, alguien lo firma, alguien lo afirma, hecha jirones la misérrima lógica que aun queda, después de prodigar su milagro de generosa dicha. Es la perfección la tarde desangrada, silenciosamente desandada. Es la perfección también regocijarse en la candorosa curva de una cadera reposada en su costado. Es la perfección el espacio dorado que nos separa. Es la perfección la suma de imperfecciones que necesariamente son.
La búsqueda de la perfección ciega la razón de muchos y la perfección existe solo tiranizando la realidad. Decapitada la certeza, pluralizada la mentira, inane la memoria, fracasa porfiadamente el andamiaje que cualquiera intente, porque finalmente la perfección...o la búsqueda vana de ella, como rieles expertos e infalibles nos empujan a no se sabe que parte.
Que es la perfección?, sino ese marasmo de imperfecciones que digitan un armónico, pulsan la cuerda justa, presionan la tecla vital y en un sencillo acto de formidable fe, alguien lo firma, alguien lo afirma, hecha jirones la misérrima lógica que aun queda, después de prodigar su milagro de generosa dicha. Es la perfección la tarde desangrada, silenciosamente desandada. Es la perfección también regocijarse en la candorosa curva de una cadera reposada en su costado. Es la perfección el espacio dorado que nos separa. Es la perfección la suma de imperfecciones que necesariamente son.
La búsqueda de la perfección ciega la razón de muchos y la perfección existe solo tiranizando la realidad. Decapitada la certeza, pluralizada la mentira, inane la memoria, fracasa porfiadamente el andamiaje que cualquiera intente, porque finalmente la perfección...o la búsqueda vana de ella, como rieles expertos e infalibles nos empujan a no se sabe que parte.
Friday, June 20, 2008
Niños en guerra
Niños de la guerra.
No sonríen.
A los sumo una mueca de placer
Virtuoso histrionismo
Final en la impostura
Ante la malhadada suerte.
Algunos están heridos,
Todos, hambrientos.
Sentados a horcajadas de la muerte
Metálica
Niños
Demolidos, limados, devastados
Solo poseen un pasado confuso
Que mejor no recordar
Y un futuro con el que no pueden contar.
Niños.
Aherrojados en la ferretería impuesta
Amordazados de supuesta adultez
Atenazados en el odio
Todos, en un sueño voraz
Que se devora cada mañana
Al resto del día
Que se devora en las noches
Aun la fantasía
Niños.
Tuesday, June 17, 2008
La cacerola de teflon de Copani.
El gran drama argentino o la visión del vacío, yo o la nada, el caos o la barbarie. Todos los gobiernos adolecieron de esa visión apocalíptica. En todos me molestaba, por supuesto.
Siempre es difícil juzgar una administración contemporánea, carecemos de perspectiva, y es mas difícil aun cuando parecería que no se pertenece a la misma escala humana. Uno podría ensañarse en la burda curiosidad de la anécdota biográfica de los K, y explicar ciertas obsesiones a la inversa, elevadas a la categoría de epopeya, cuando la realidad pedestre nos muestra un premeditado y barroco sendero de apropiación, de plata y de poder.
Es la misma culpa burguesa que muchos amigos exhiben como trofeos, cuando son estigmas. Cuando son heridas en la piel de la pertenencia. Y no se llevan con alguna honra, sino en la espesura de un fárrago de justificaciones que serian grotescas si no fueran tan compartidas, aun por uno mismo.
Es la misma culpa psicoanalizada que nos paraliza frente al progreso, frente a la movilidad social, pues es lugar común en nuestro lenguaje decir: de donde la habrá currado?.
Es la misma culpa voluptuosa, agónica, prototípica y finalmente eudaimónica, la que nos desgarra en pedazos, condenándonos al silencio de los domados. Porque eso es lo que la canción del teflon quiere decir, en el fondo.
Donde estabas? donde estaba el cantante? puede que cuidando a sus sobrinos, que su hermana martirizada, luchadora ella, de verdad, no de mentiritas como el, dejó.
Es la culpa, nuevamente la que habla, deshermanando y deshonrando la libertad. Y eso que la culpa y la libertad son hermanas de sangre. Sin culpa hay psicopatía, con psicopatía no hay libertad, entre otras cosas.
Y si de libertad hablamos, batir las cacerolas no es batir las puertas de los cuarteles. No es la misma gente, no es la misma realidad. Es mas, la realidad de hace treinta años o medio siglo no es la de hoy, cambiaron varias generaciones, se entremezclaron. Fijense en los apellidos de quienes encabezaron Montoneros, no condescienden a menos del patriciado mas rancio. Hoy serian atildados y deportivos gastadores de camisas rosadas de San Isidro, empleados en multinacionales o envarados y recomendadisimos empleados con sueldo, nada de meritorios, en los Juzgados Federales.
Toda esta sanata es para percutir sobre una rapsodia de complejidades que nos inhabilitan en el derecho mas elemental que todavía no sabemos como hacer valer: la libertad.
Y digo esto, pues la descalificación, el etiquetamiento y la cosificación de cualquiera que bata una cacerola, es hoy producto de un instintivo temor a la delaruizacion del poder. Fundado, quizás, en la experiencia sombría de la huida del aludido. Hoy se descalifica al que bate la cacerola, porque la cacerola fue la manifestación de la clase media despojada de su ahorro. NO fue la manifestación del deshauciado social, del excluido, del pauperizado. Ese fue el piquete.
Es la libertad, boludo.
La libertad de que??
La libertad de disentir, de cuestionar, aun desde la defensa del derecho mas personalísimo, mas privadísimo. No se trata de legitimar con el "permiso" solo a la protesta "social", porque finalmente y con solo una arbitraria operación lógica se corre el riesgo de tacharla de "sectorial"...solo se trataría de una cuestión de mero corte contable, algunos tienen mucho, otros nada, pero eso solo seria una cuestión de asientos contables...e intereses.
Algún marxista lo llamaría, muy adecuadamente "lucha de clases".
Pero solo un marxista. y conozco muy pocos auténticos, de verdad, en este planeta.
No cuestiono en este post las retenciones, sino cuestiono el arbitrario ejercicio represivo que es efectivamente la canción reaccionaria de Copani. No porque no piense que alguna relación con la realidad exista, sino porque no es toda la realidad. La unificación de todas las cacerolas en un enorme wok de teflon made in taiwan, es la satanización, la banalización de cualquier protesta que no provenga de determinado sector que monopoliza la justicia del reclamo.
Y eso, mis queridos amigos, es falta de libertad.
Siempre es difícil juzgar una administración contemporánea, carecemos de perspectiva, y es mas difícil aun cuando parecería que no se pertenece a la misma escala humana. Uno podría ensañarse en la burda curiosidad de la anécdota biográfica de los K, y explicar ciertas obsesiones a la inversa, elevadas a la categoría de epopeya, cuando la realidad pedestre nos muestra un premeditado y barroco sendero de apropiación, de plata y de poder.
Es la misma culpa burguesa que muchos amigos exhiben como trofeos, cuando son estigmas. Cuando son heridas en la piel de la pertenencia. Y no se llevan con alguna honra, sino en la espesura de un fárrago de justificaciones que serian grotescas si no fueran tan compartidas, aun por uno mismo.
Es la misma culpa psicoanalizada que nos paraliza frente al progreso, frente a la movilidad social, pues es lugar común en nuestro lenguaje decir: de donde la habrá currado?.
Es la misma culpa voluptuosa, agónica, prototípica y finalmente eudaimónica, la que nos desgarra en pedazos, condenándonos al silencio de los domados. Porque eso es lo que la canción del teflon quiere decir, en el fondo.
Donde estabas? donde estaba el cantante? puede que cuidando a sus sobrinos, que su hermana martirizada, luchadora ella, de verdad, no de mentiritas como el, dejó.
Es la culpa, nuevamente la que habla, deshermanando y deshonrando la libertad. Y eso que la culpa y la libertad son hermanas de sangre. Sin culpa hay psicopatía, con psicopatía no hay libertad, entre otras cosas.
Y si de libertad hablamos, batir las cacerolas no es batir las puertas de los cuarteles. No es la misma gente, no es la misma realidad. Es mas, la realidad de hace treinta años o medio siglo no es la de hoy, cambiaron varias generaciones, se entremezclaron. Fijense en los apellidos de quienes encabezaron Montoneros, no condescienden a menos del patriciado mas rancio. Hoy serian atildados y deportivos gastadores de camisas rosadas de San Isidro, empleados en multinacionales o envarados y recomendadisimos empleados con sueldo, nada de meritorios, en los Juzgados Federales.
Toda esta sanata es para percutir sobre una rapsodia de complejidades que nos inhabilitan en el derecho mas elemental que todavía no sabemos como hacer valer: la libertad.
Y digo esto, pues la descalificación, el etiquetamiento y la cosificación de cualquiera que bata una cacerola, es hoy producto de un instintivo temor a la delaruizacion del poder. Fundado, quizás, en la experiencia sombría de la huida del aludido. Hoy se descalifica al que bate la cacerola, porque la cacerola fue la manifestación de la clase media despojada de su ahorro. NO fue la manifestación del deshauciado social, del excluido, del pauperizado. Ese fue el piquete.
Es la libertad, boludo.
La libertad de que??
La libertad de disentir, de cuestionar, aun desde la defensa del derecho mas personalísimo, mas privadísimo. No se trata de legitimar con el "permiso" solo a la protesta "social", porque finalmente y con solo una arbitraria operación lógica se corre el riesgo de tacharla de "sectorial"...solo se trataría de una cuestión de mero corte contable, algunos tienen mucho, otros nada, pero eso solo seria una cuestión de asientos contables...e intereses.
Algún marxista lo llamaría, muy adecuadamente "lucha de clases".
Pero solo un marxista. y conozco muy pocos auténticos, de verdad, en este planeta.
No cuestiono en este post las retenciones, sino cuestiono el arbitrario ejercicio represivo que es efectivamente la canción reaccionaria de Copani. No porque no piense que alguna relación con la realidad exista, sino porque no es toda la realidad. La unificación de todas las cacerolas en un enorme wok de teflon made in taiwan, es la satanización, la banalización de cualquier protesta que no provenga de determinado sector que monopoliza la justicia del reclamo.
Y eso, mis queridos amigos, es falta de libertad.
Tuesday, June 10, 2008
Sobre la guerra
Muchos saben que yo, efectivamente fui soldado en Israel, que participé en guerras y operaciones, hace ya un tiempito, desde luego, muchos saben, que además de una postura militantemente sionista, mantengo un respeto sagrado por la autodeterminación de los pueblos, por la lucha incluso armada por la libertad. No descalifico la lucha palestina porque da la casualidad de que yo estoy exactamente del otro lado. No soy ciego, no soy ignorante, no mantengo posiciones maniqueistas o sesgadas de la realidad, por lo menos hasta lo que me da mi lógica o mi capacidad de raciocinio.
Muchos amigos a quienes conozco, a quienes respeto, quienes me inspiran un enorme cariño, por su inteligencia y humanidad, expresan un sentir primario, un sentir visceral, legítimo frente a la violencia deshumanizada, ciega y sorda a cualquier morigeración que se intente.
Israel y los Judios, por mas que se intente separar la suerte de unos y otros, estan luchando hoy por la esencia misma de su existencia, por la supervivencia lisa y llana sobre la faz de la tierra. Han sido muchos los intentos de exterminio, desde la romanización de la rebelde Judea, expulsando o exterminando a su población Judia y reduciendola a una mínima expresion, siguiendo por las persecuciones Alejandrinas del siglo 2 y 3, el visceral singular odio de los hispano-godos, liquidado, valga la paradoja, por el Islam que en su mejor expresión, se instaló en la peninsula ibérica, marcando una etapa de ocho siglos de esplendor, convivencia y armonía relativa entre las tres religiones. (es complejo, pero esa version del Islam no prendió en el Califato de Bagdad, sinteticamente: estaba demasiado impregnado del racionalismo helénico, occidental, laico si se quiere). Es obvio que las dos vertientes del Islam que sobrevivieron fueron las mas extremas, dando pábulo al Islamo-fascismo que hoy campea en el mundo islámico.
Sigue la inquisición, las persecuciones de los Cosacos, los pogroms, el holocausto...
La Shoá.
Y el que intente, por mas buena voluntad que ponga, comparar el exterminio sistemático, científico, ordenado, prolijo e incluso anotado, de muchos millones de personas, sólo por el hecho de ser judios, homosexuales, gitanos o eslavos (si estos no tenían aptitud física para ser esclavos), con el fragor de la batalla legítima de los palestinos por tener su propio estado...en el exacto lugar que esta el Estado de Israel, ojo, no los territorios ocupados, sino el reconocido internacionalmente por la ONU, una de dos, o esta impregnado de un antisemitismo feroz, aunque el no lo sepa, o no lo reconozca, o directamente ignora las reglas de la lógica.
Aquel que ciegamente acusa al Estado Judio de ser una base del imperialismo norteamericano en el medio oriente, compra el popular antisemitismo de izquierdas, digo popular, porque es correcto politicamente, porque se puede, sin culpas, ser antiisraeli, pues es cómodo, es incluso fácil, pues la victimización del pueblo palestino ha sido su principal arma para comprar la voluntad de millones de occidentales autófagos.
En este punto me gustaría aclarar algo: HIZBOLLA NO ES PALESTINA, HIZBOLLA ES IRAN.
Por favor, amigos, no confundan las cosas, Israel no ocupa ni un milimetro de tierra libanesa, hay un límite fijado y reconocido por ambas naciones, que esta facción armada, guerrillera y motivada por una version torcida, jodida e imperialista del Islam, que se apoya en oscuras interpretaciones de los Imames que hace mil anos, se constituyeron en secta, traducción exacta de la palabra "Shia". Shiat Ali, la secta de Ali. Mística, irracional y ferozmente intolerante, opuesta al sunismo (Sunna=tradicion), ascética, es cierto, pero intolerante y ciegamente creyente en la venida del "mahdi" el mesias Islamico Shii. (Ahmadineyad, el presidente de Iran, cree que el posiblemente sea el "mahdi"...leer informes de inteligencia que confirman esa cuestión)
El mahdi logrará el triunfo final del Islam sobre TODO EL MUNDO, TODO...por medio de una catástrofe divina. El fin de los tiempos en su version Islámica.
Esto por el lado Shii, por el lado Sunni, tenemos al Wahabismo...mismo objetivo, distinto camino para lograrlo.
Aquel que no vea que ésta es la batalla que está librando occidente por su supervivencia como sociedad libre, democrática, laica, esta dando paso a las dictaduras Islamofascistas como la de Iran, y en cualquier lugar donde se aplica la Sharia, la ley Coránica...
Las izquierdas, los "bienpensantes", los verdes, cualquiera que integre el arco llamado "progresista", se enamora, tal como se enamoro de Stalin en su momento, de dictadores impresentables. Ya no laicos como el inefable Fidel, sino de bestias como Saddam o Asad, y mira para otro lado en Darfur, que les recuerdo es el Estado de Sudan que liquido ya a 200.000 DOSCIENTOS MIL, DOSCIENTOS MIL, DOSCIENTOS MIL... CRISTIANOS negros del Darfur, a manos de los Janjaweed...los jinetes del viento, musulmanes furiosos que buscan la unidad religiosa del Sudan...
Catastrofe humanitaria...si...tardaron 200.000 muertos en darse cuenta y mirar, pero la negritud de la víctima lo hace menos víctima, como la judeidad del judio lo hace menos víctima.
Los muertos judios por las Katiushas, por las bombas humanas, por los atentados, suman cientos o miles, sin embargo no registran peso en la balanza. Total...son judios, deicidas, miserables, amarretes, explotadores, matadores de ninos para morfarselos en la pascua, son los dueños del mundo, son los creadores del marxismo, del capitalismo, ya que estamos del psicoanálisis y de todo lo malo que nos pasa...
Faraon no pudo.
Alejandro no pudo.
Tito no pudo.
Clovis no pudo.
Godofredo de Bouillon no pudo.
Pedro el grande no pudo.
Los cosacos no pudieron.
Hitler no pudo.
Los alemanes no pudieron.
Stalin no pudo.
Los Arabes de seis paises apoyados por la superpotencia URSS no pudieron, en cuatro oportunidades, no pudieron.
No van a poder ahora tampoco, estamos resueltos a no ir esta vez como corderos al matadero. Nos paso una vez.
NUNCA MAS.
Saturday, June 07, 2008
Cromañon y la nada.
Quien no se hace cargo ni siquiera un poco, por mas que haya tenido razón en alguna que otra cosa, como que el publico tuvo muchísima responsabilidad en la tragedia, no merece comentario alguno...
Chaban es responsable del delito de estupidez. Estrago doloso...mmmm no se...pero estupidez, le desborda por las orejas...
La cultura(?) chabona tiene otro porcentaje de responsabilidad, no menor...
la policía coimera, los bomberos inútiles...los inspectores municipales corruptos...los empresarios vampiros del Rock, que pretenden sacarle la guita que pueden a los pelotudos de la cultura del "aguante", un desquicio que hasta ahora ya ha cobrado demasiadas víctimas...
Y lo principal: el temor de las autoridades a imponer un cacho de orden sin temor a ser llamados autoritarios.
Ortega y Gasset explicaba parte de los males de la sociedad actual en el llamado poder de las masas, Wright Mills lo sacudió indicando que justamente ese fenómeno era todo lo contrario, la entronización de las elites encaramadas sobre las masas.
Adorno, explicaba que achacar a las capas sociales mas bajas la culpabilidad de los males sociales en conjunción con la emancipación democrática es un error, y resulta exactamente todo lo contrario, no son los oprimidos los que obran la estupidización, sino la óla que los estupidiza.
Todo esto para decir una perogrullada: la culpa la tiene el chancho y el que le da de comer.
Que un grupo de dudosisimo talento convocara a la masa de adherentes bajo el lema del "aguante", estimulando el ritual soterrado de cuño neofascista de las bengalas, haciendo alarde de rebeldía y lumpenización, solo nos habla del conflicto que comenzaba a gestarse en el vientre de la sociedad desplazada, desclasada, pero, valga el juego de palabras, no descalzada, porque siempre había un mango mas para robarles.
La adoración romántica del lema vernáculo del "aguante", impuesta desde la exclusión, solo perpetua la alienación propia de la masa, la deshumaniza y la convierte en objeto, y desencaja la conciencia del ser real.
Esta exclusión es funcional a la elitización de las sociedades, FIJENSE QUE LA CULTURA DEL AGUANTE ESTA INTIMAMENTE LIGADA A LA CULTURA DEL "QUE SE VAYAN TODOS"...esa ilusión de quienes, cual mistagogos itinerantes, intentaron despolitizar a la sociedad argentina, con el solo objeto, de oculta factura fascista, de erigirse en conductores y guias de descarriados. Hace treinta años un grupete de salames, que fueron enviados al matadero por lideres que hoy disfrutan las mieles del poder o disfrutan del dorado y rico exilio mentiroso, se creyó esa falacia.
Cromañon es producto de la indigencia intelectual y la falta de respuestas que una sociedad que se moviliza con giladas y deja lo importante, como la realización de sus jóvenes,a la soberana bartola que implica la absoluta deserción del estado en ese importante rubro. Quien pretenda que yo diga que eso es producto de la "década infame", tenga en cuenta que el calendario tiene una virtud, la inevitabilidad. Siete años pasaron, tiempo mas que suficiente para articular minimamente una política de estado, una redirección de ciertas lineas, un intento aunque sea limitado de mejorar...pero no...tenemos que comernos al pingüino Neki, con ricas fetas de sushi de merluza adobada con cocaína, o marroquinería que el Viento del Sur lleva casualmente llena de beatíficos polvos blancos a las playas de la madre patria. Y Cromañon?...bien gracias, es la hoguera de vanidades donde se quemaron 194 vidas y como sociedad no aprendimos nada.
Chaban es responsable del delito de estupidez. Estrago doloso...mmmm no se...pero estupidez, le desborda por las orejas...
La cultura(?) chabona tiene otro porcentaje de responsabilidad, no menor...
la policía coimera, los bomberos inútiles...los inspectores municipales corruptos...los empresarios vampiros del Rock, que pretenden sacarle la guita que pueden a los pelotudos de la cultura del "aguante", un desquicio que hasta ahora ya ha cobrado demasiadas víctimas...
Y lo principal: el temor de las autoridades a imponer un cacho de orden sin temor a ser llamados autoritarios.
Ortega y Gasset explicaba parte de los males de la sociedad actual en el llamado poder de las masas, Wright Mills lo sacudió indicando que justamente ese fenómeno era todo lo contrario, la entronización de las elites encaramadas sobre las masas.
Adorno, explicaba que achacar a las capas sociales mas bajas la culpabilidad de los males sociales en conjunción con la emancipación democrática es un error, y resulta exactamente todo lo contrario, no son los oprimidos los que obran la estupidización, sino la óla que los estupidiza.
Todo esto para decir una perogrullada: la culpa la tiene el chancho y el que le da de comer.
Que un grupo de dudosisimo talento convocara a la masa de adherentes bajo el lema del "aguante", estimulando el ritual soterrado de cuño neofascista de las bengalas, haciendo alarde de rebeldía y lumpenización, solo nos habla del conflicto que comenzaba a gestarse en el vientre de la sociedad desplazada, desclasada, pero, valga el juego de palabras, no descalzada, porque siempre había un mango mas para robarles.
La adoración romántica del lema vernáculo del "aguante", impuesta desde la exclusión, solo perpetua la alienación propia de la masa, la deshumaniza y la convierte en objeto, y desencaja la conciencia del ser real.
Esta exclusión es funcional a la elitización de las sociedades, FIJENSE QUE LA CULTURA DEL AGUANTE ESTA INTIMAMENTE LIGADA A LA CULTURA DEL "QUE SE VAYAN TODOS"...esa ilusión de quienes, cual mistagogos itinerantes, intentaron despolitizar a la sociedad argentina, con el solo objeto, de oculta factura fascista, de erigirse en conductores y guias de descarriados. Hace treinta años un grupete de salames, que fueron enviados al matadero por lideres que hoy disfrutan las mieles del poder o disfrutan del dorado y rico exilio mentiroso, se creyó esa falacia.
Cromañon es producto de la indigencia intelectual y la falta de respuestas que una sociedad que se moviliza con giladas y deja lo importante, como la realización de sus jóvenes,a la soberana bartola que implica la absoluta deserción del estado en ese importante rubro. Quien pretenda que yo diga que eso es producto de la "década infame", tenga en cuenta que el calendario tiene una virtud, la inevitabilidad. Siete años pasaron, tiempo mas que suficiente para articular minimamente una política de estado, una redirección de ciertas lineas, un intento aunque sea limitado de mejorar...pero no...tenemos que comernos al pingüino Neki, con ricas fetas de sushi de merluza adobada con cocaína, o marroquinería que el Viento del Sur lleva casualmente llena de beatíficos polvos blancos a las playas de la madre patria. Y Cromañon?...bien gracias, es la hoguera de vanidades donde se quemaron 194 vidas y como sociedad no aprendimos nada.
Monday, December 03, 2007
La Espera
Neguev, arena, viento, arena, sol, aburrimiento, arena, arena, arena...
Espero en la oscuridad caliente de mi carpa, el viento agita las pesadas lonas dejando pasar densos haces de luz, el polvo se arremolina y se desparrama rodeándome.
Tras la colina yace Dimona, una pequeña ciudad en el desierto. Refugio de ladrones y criminales. Ciudad fantasma, golpeada por un sol bestial, incompasivo. El aire cargado de polvo es irrespirable. Otro planeta.
Un ensueño se adueña de la realidad frágil que me rodea, como si dos personas estuvieran en la escena, una yace inerme frente a lo inevitable y la otra observa, como un pájaro secreto, que aletea silencioso por entre las columnas de luz...
Los sonidos llegan como con sordina, la imagen ya entrevista desde mucho tiempo atrás se abalanza con decisión perversa.
Al principio hice esfuerzos para sacudir esta pesadilla de mi alma. Camine vigorosamente, más rápido, cada vez mas rápido, para terminar corriendo. A veces pensaba con claridad, con marcado énfasis y apasionada prisa, como si temiera la irrupción de uno de esos accesos de terror que me paralizaban y me llenaban de miseria. Al principio mis pensamientos tomaron un giro abstracto y general.
Sueños oscuros me atormentaban de noche. La frecuencia e intensidad de esos descabellados interregnos de sinrazón y violencia me comenzaron a perturbar, un pequeño pero significativo paso dio comienzo a la tortura que estoy sufriendo ahora, las imágenes retornan a la luz del día, sin la fuerza y convicción que adquieren en el reino tenebroso y oscuro de la noche, como mostrándose en fogonazos de claridad enceguecedora; y cuando trato de penetrar la luz agobiante, desaparece dejando un rastro vago y amenazador.
Mis ojos se clavan en las vigas del techo de la carpa, recorren con minuciosa tristeza las pequeñas manchas de la madera carcomida.
Los pliegues de lona esconden pequeños, pero bien guardados secretos, de murmullos en la oscuridad y la protección de la noche, de terrores, de juveniles obsesiones, de amores lejanos.
Una luz lejana titila en mi memoria, aparece tibia y singular entre la maraña desaforada de mis pensamientos, y me conforta y me arrulla en la cálida dulzura de la inconsciencia, aunque sea por un minuto, el ruido se acalla y concilio el sueño.
Los sonidos familiares me traen de vuelta a la realidad, voces entremezcladas, sombras alucinadas que se desplazan frente a mi, y no logro distinguirlas del todo. Una mano firme me sujeta de un hombro y me sacude con fuerza, una voz amiga me llama por mi nombre y como enfocándolo con una lente lejana logro verlo. Por supuesto que el no se da cuenta, solo piensa que dormito...
Escucho las palabras vacías que se pronuncian, el duro y áspero hebreo raspa las gargantas. Observo, sin embargo, que las expresiones de los rostros no son torvas, al contrario revelan un infinito cansancio. Miro minuciosamente las caras tostadas por el sol del desierto, el polvo acumulado en los pliegues jóvenes las hace parecer miles de años viejas, a pesar de la intensa vida de los ojos. Las manos agrietadas y sucias descansan quietas en su mayoría, es curioso, como si tras la mascara del polvo y grasa, se escondiera una tranquila resignación de todos los siglos de lucha y desesperanza.
La mayor parte del día había transcurrido y el sol alargaba las sombras y las enrojecía, el desierto giro sobre si mismo y todo pareció acercarse en un juego de luces y sombras, como si el día quisiera despedirse en una múltiple y terrible explosión de belleza.
Las nubes tenidas del polvo del desierto se arremolinaron en el ocaso y se apagaron lentamente, oscureciéndose contra el cielo naranja.
La noche se adueño del páramo, el viento ceso su aliento de horno, un frió y silencioso manto de oscuridad, solo roto por ocasionales resplandores de algún campamento beduino en la lejanía, se instaló, sigiloso, bajo el cielo límpido.
Cada estrella, cada constelación, enviaba su pálida luz a través de millones de años e iluminaba ese pedacito pequeñísimo de universo, una sensación indefinida de desaliento me arrullo, transportándome a un mundo de sombras profundas, vacío y cruel, en un parpadeo de veloz y perfecta sincronía un sueno se deslizo bajo la mirada implacable de mis ojos.
Una tenebrosa bandada, bajo un cielo negro, como un tenebroso agujero, herida estelar, sincronizaba sus latidos rítmicos y profundos con el sordo graznar de una milenaria garganta.
Desperté antes del amanecer, estire mis músculos entumecidos y observe a mi alrededor, otras caras legañosas se volvieron hacia la luz y maquinalmente saltaron de sus catres, con sistemático desden se vistieron rápida y eficazmente, los quejidos de los mas remisos se transformaron en gritos de urgencia ante la orden del oficial.
Salí de la carpa y me dirigí a los lavabos, las pisadas resonaban en el suelo seco. Otro día, quizás una singular tortura, quizás la preparación para lo inevitable. Refresco mi cara con el agua mezquina del tanque, sacudo mis manos con energía tratando de escurrirlas del líquido.
A través de la transparente Mañana transcurro la letanía de ordenes, gritos y restallidos, la apacible llanura desértica, rota aquí y allá por estribaciones de filosas montañejas, cambia su color terracota matinal por un intenso blanco enceguecedor. El calor eleva espejismos por todas partes, camino hacia la carpa del capitán, una cara extrañada me escudriña a través de unos lentes redondos, su rostro me recuerda a una abuela mas que el de un guerrero curtido por varias guerras y guerrezuelas. Al cabo de la parca reunión, donde expresé mi deseo de alejarme, me retire tan silenciosamente como había llegado, fortalecido por el extremado convencimiento de hacer lo correcto, aun cuando sentía dentro mió la inevitabilidad de mi destino de victimario, trataba por todos los medios de desviar el curso del horror agazapado y vinculado con unos abismos incalculables, de los cuales parecía entrever en ocasiones, la verdadera naturaleza de mi terror.
El camión se balanceaba traqueteante por la ruta, castigando nuestros riñones y adormeciéndonos sin poder evitarlo.
El desierto se desliza sin pausa bajo las grandes y toscas ruedas transmitiéndonos las irregularidades del camino, un pensamiento cruza mi mente con la pereza de un amanecer nublado, solo un pensamiento a la vez, una incapacidad atávica me invade. La llegada al limite nos despierta definitivamente, los ojos de mis compañeros y supongo que también los míos adquieren un brillo extraño, maquinalmente recorro con la vista todos los recovecos al borde del camino temiendo las bombas al borde del camino, que tantas vidas costaron.
El paisaje es contrastante, profundas quebradas y tupidos bosquecillos, campos sembrados y aldeas con sus almenares. Un grupo de campesinas inclinadas sobre los surcos de un campo de hortalizas no interrumpe su labor, el paso de camiones militares es cosa corriente en esta parte del mundo.
El sol esta alto en el cielo, y nos acercamos a nuestro destino, la ciudad de Sidón, el profundo valle que nos lleva a la costa desciende casi a pico y el mediterráneo se abre ante nuestros ojos, una pequeña llanura es el preludio del mar y en ella una ciudad. El frenazo del vehículo me sacude, desciendo rápidamente y nos dirigimos al patio interior de una estructura típicamente militar, las paredes de cartón prensado le daban un viso de permanencia, en comparación con las carpas a las que estamos acostumbrados.
Amontonamos el equipo en el centro del patio y agrupados informalmente, el capitán nos informa de nuestra misión, rápidamente nos instalamos en las estructuras y un grupo es destinado inmediatamente a vigilancia, otro grupo se ocupa de las armas, y otro grupo, mas pequeño, organiza un reconocimiento.
Por un momento recordé los acontecimientos de esa noche, la orden seca de partir, las luces y los helicópteros, el fragor indescriptible de la urgencia, y la incertidumbre que poco a poco da lugar a una eufórica designación, solo entonces uno se da el lujo de pensar, y eso estaba haciendo en ese mismo instante, mientras observaba desde la torre de vigilancia del sur, el naranjal que llegaba hasta el borde del campamento y el mar increíble que lamía mansamente la costa de arena blanca.
Una miríada de pequeños botes flotaba en la ensenada, de tanto en tanto, una figura se incorporaba y lanzaba una red circular, el ruido sordo de la red contra en agua resonaba en el mar hueco.
En el horizonte, no muy lejos, tan solo unos cientos de metros estaba la Kasba y el puerto, con sus minaretes y las antiguas murallas, construidas por los turcos hace quinientos anos.
Un lamento se eleva en el aire con majestuosa lentitud, de los cientos de torres almenadas, un cántico surge de los siglos y se queda allí, flotando en el aire, presa de un súbito y singular apasionamiento, la convocatoria al rezo es unánime, el eco producido por las distintas distancias es sobrecogedor.
La letanía se convierte en fogoso llamado a la rebelión, las palabras llegan a mis oídos rodeadas de clamores, como si una turbamulta se dispusiera a atacar, solo que sabíamos que era imposible que sucediera, lo mas probable era que otro suicida se lanzara con un camión lleno de explosivos contra nosotros...
C. se recosto, indolente, sobre el duro catre. Los pensamientos lo asaltaron casi inmediatamente, hecho una mirada deliberadamente inquisidora sobre el resto de los allí presentes, se detuvo sobre los detalles mas insignificantes, un botón suelto, una mancha de grasa...
La conversación no lo atrapaba, pero dedicaba frases inconexas, no demasiado pensadas.
La intrascendencia de la conversación lo sumió en un sueno liviano.
Los gritos y los pitazos los escucho cuando ya se hallaba a medio vestir, automaticámente se acordono las botas y se lanzo al patio de armas, como siempre era uno de los primeros, jamas dormía profundamente, y por eso el brutal despertar no lo perturbaba, sufria al ver a los otros salir lagañosos y desprolijos, con los ojos heridos de luz y cansancio.
Los gritos de urgencia de sus compañeros que apuraban a los mas lentos hendían la noche helada, los reflectores iluminaban con maniacal violencia el pequeño espacio fuera de las carpas, creando con el vapor de las respiraciones fugaces figuras de cristal.
La voz cortante de Ioram termina de despertar a los mas dormidos, su dicción cablegráfica y monocroma, acentuándose solo en ocasiones, les llega con inusitada efectividad. Solo veian una sombra recortada contra la profundidad del desierto, ya que siempre se situaba fuera del campo de luz.
Con seca determinación nos movemos a través de la noche atacados de una locura de urgencia y recóndito temor.
Un sordo pac-pac nos llega a través de la oscura y siniestra noche, a medida que se acerca, su sonido nos aturde y el polvo que levantan las aspas se mezcla con la luz blanca de sus reflectores y los del campamento, una cortina irreal que nos enceguece y ahoga, los preparativos se completan en poco tiempo, los helicópteros nos tragan en su panza, atiborrados de equipo, se elevan y se introducen en la noche.
Espero en la oscuridad caliente de mi carpa, el viento agita las pesadas lonas dejando pasar densos haces de luz, el polvo se arremolina y se desparrama rodeándome.
Tras la colina yace Dimona, una pequeña ciudad en el desierto. Refugio de ladrones y criminales. Ciudad fantasma, golpeada por un sol bestial, incompasivo. El aire cargado de polvo es irrespirable. Otro planeta.
Un ensueño se adueña de la realidad frágil que me rodea, como si dos personas estuvieran en la escena, una yace inerme frente a lo inevitable y la otra observa, como un pájaro secreto, que aletea silencioso por entre las columnas de luz...
Los sonidos llegan como con sordina, la imagen ya entrevista desde mucho tiempo atrás se abalanza con decisión perversa.
Al principio hice esfuerzos para sacudir esta pesadilla de mi alma. Camine vigorosamente, más rápido, cada vez mas rápido, para terminar corriendo. A veces pensaba con claridad, con marcado énfasis y apasionada prisa, como si temiera la irrupción de uno de esos accesos de terror que me paralizaban y me llenaban de miseria. Al principio mis pensamientos tomaron un giro abstracto y general.
Sueños oscuros me atormentaban de noche. La frecuencia e intensidad de esos descabellados interregnos de sinrazón y violencia me comenzaron a perturbar, un pequeño pero significativo paso dio comienzo a la tortura que estoy sufriendo ahora, las imágenes retornan a la luz del día, sin la fuerza y convicción que adquieren en el reino tenebroso y oscuro de la noche, como mostrándose en fogonazos de claridad enceguecedora; y cuando trato de penetrar la luz agobiante, desaparece dejando un rastro vago y amenazador.
Mis ojos se clavan en las vigas del techo de la carpa, recorren con minuciosa tristeza las pequeñas manchas de la madera carcomida.
Los pliegues de lona esconden pequeños, pero bien guardados secretos, de murmullos en la oscuridad y la protección de la noche, de terrores, de juveniles obsesiones, de amores lejanos.
Una luz lejana titila en mi memoria, aparece tibia y singular entre la maraña desaforada de mis pensamientos, y me conforta y me arrulla en la cálida dulzura de la inconsciencia, aunque sea por un minuto, el ruido se acalla y concilio el sueño.
Los sonidos familiares me traen de vuelta a la realidad, voces entremezcladas, sombras alucinadas que se desplazan frente a mi, y no logro distinguirlas del todo. Una mano firme me sujeta de un hombro y me sacude con fuerza, una voz amiga me llama por mi nombre y como enfocándolo con una lente lejana logro verlo. Por supuesto que el no se da cuenta, solo piensa que dormito...
Escucho las palabras vacías que se pronuncian, el duro y áspero hebreo raspa las gargantas. Observo, sin embargo, que las expresiones de los rostros no son torvas, al contrario revelan un infinito cansancio. Miro minuciosamente las caras tostadas por el sol del desierto, el polvo acumulado en los pliegues jóvenes las hace parecer miles de años viejas, a pesar de la intensa vida de los ojos. Las manos agrietadas y sucias descansan quietas en su mayoría, es curioso, como si tras la mascara del polvo y grasa, se escondiera una tranquila resignación de todos los siglos de lucha y desesperanza.
La mayor parte del día había transcurrido y el sol alargaba las sombras y las enrojecía, el desierto giro sobre si mismo y todo pareció acercarse en un juego de luces y sombras, como si el día quisiera despedirse en una múltiple y terrible explosión de belleza.
Las nubes tenidas del polvo del desierto se arremolinaron en el ocaso y se apagaron lentamente, oscureciéndose contra el cielo naranja.
La noche se adueño del páramo, el viento ceso su aliento de horno, un frió y silencioso manto de oscuridad, solo roto por ocasionales resplandores de algún campamento beduino en la lejanía, se instaló, sigiloso, bajo el cielo límpido.
Cada estrella, cada constelación, enviaba su pálida luz a través de millones de años e iluminaba ese pedacito pequeñísimo de universo, una sensación indefinida de desaliento me arrullo, transportándome a un mundo de sombras profundas, vacío y cruel, en un parpadeo de veloz y perfecta sincronía un sueno se deslizo bajo la mirada implacable de mis ojos.
Una tenebrosa bandada, bajo un cielo negro, como un tenebroso agujero, herida estelar, sincronizaba sus latidos rítmicos y profundos con el sordo graznar de una milenaria garganta.
Desperté antes del amanecer, estire mis músculos entumecidos y observe a mi alrededor, otras caras legañosas se volvieron hacia la luz y maquinalmente saltaron de sus catres, con sistemático desden se vistieron rápida y eficazmente, los quejidos de los mas remisos se transformaron en gritos de urgencia ante la orden del oficial.
Salí de la carpa y me dirigí a los lavabos, las pisadas resonaban en el suelo seco. Otro día, quizás una singular tortura, quizás la preparación para lo inevitable. Refresco mi cara con el agua mezquina del tanque, sacudo mis manos con energía tratando de escurrirlas del líquido.
A través de la transparente Mañana transcurro la letanía de ordenes, gritos y restallidos, la apacible llanura desértica, rota aquí y allá por estribaciones de filosas montañejas, cambia su color terracota matinal por un intenso blanco enceguecedor. El calor eleva espejismos por todas partes, camino hacia la carpa del capitán, una cara extrañada me escudriña a través de unos lentes redondos, su rostro me recuerda a una abuela mas que el de un guerrero curtido por varias guerras y guerrezuelas. Al cabo de la parca reunión, donde expresé mi deseo de alejarme, me retire tan silenciosamente como había llegado, fortalecido por el extremado convencimiento de hacer lo correcto, aun cuando sentía dentro mió la inevitabilidad de mi destino de victimario, trataba por todos los medios de desviar el curso del horror agazapado y vinculado con unos abismos incalculables, de los cuales parecía entrever en ocasiones, la verdadera naturaleza de mi terror.
El camión se balanceaba traqueteante por la ruta, castigando nuestros riñones y adormeciéndonos sin poder evitarlo.
El desierto se desliza sin pausa bajo las grandes y toscas ruedas transmitiéndonos las irregularidades del camino, un pensamiento cruza mi mente con la pereza de un amanecer nublado, solo un pensamiento a la vez, una incapacidad atávica me invade. La llegada al limite nos despierta definitivamente, los ojos de mis compañeros y supongo que también los míos adquieren un brillo extraño, maquinalmente recorro con la vista todos los recovecos al borde del camino temiendo las bombas al borde del camino, que tantas vidas costaron.
El paisaje es contrastante, profundas quebradas y tupidos bosquecillos, campos sembrados y aldeas con sus almenares. Un grupo de campesinas inclinadas sobre los surcos de un campo de hortalizas no interrumpe su labor, el paso de camiones militares es cosa corriente en esta parte del mundo.
El sol esta alto en el cielo, y nos acercamos a nuestro destino, la ciudad de Sidón, el profundo valle que nos lleva a la costa desciende casi a pico y el mediterráneo se abre ante nuestros ojos, una pequeña llanura es el preludio del mar y en ella una ciudad. El frenazo del vehículo me sacude, desciendo rápidamente y nos dirigimos al patio interior de una estructura típicamente militar, las paredes de cartón prensado le daban un viso de permanencia, en comparación con las carpas a las que estamos acostumbrados.
Amontonamos el equipo en el centro del patio y agrupados informalmente, el capitán nos informa de nuestra misión, rápidamente nos instalamos en las estructuras y un grupo es destinado inmediatamente a vigilancia, otro grupo se ocupa de las armas, y otro grupo, mas pequeño, organiza un reconocimiento.
Por un momento recordé los acontecimientos de esa noche, la orden seca de partir, las luces y los helicópteros, el fragor indescriptible de la urgencia, y la incertidumbre que poco a poco da lugar a una eufórica designación, solo entonces uno se da el lujo de pensar, y eso estaba haciendo en ese mismo instante, mientras observaba desde la torre de vigilancia del sur, el naranjal que llegaba hasta el borde del campamento y el mar increíble que lamía mansamente la costa de arena blanca.
Una miríada de pequeños botes flotaba en la ensenada, de tanto en tanto, una figura se incorporaba y lanzaba una red circular, el ruido sordo de la red contra en agua resonaba en el mar hueco.
En el horizonte, no muy lejos, tan solo unos cientos de metros estaba la Kasba y el puerto, con sus minaretes y las antiguas murallas, construidas por los turcos hace quinientos anos.
Un lamento se eleva en el aire con majestuosa lentitud, de los cientos de torres almenadas, un cántico surge de los siglos y se queda allí, flotando en el aire, presa de un súbito y singular apasionamiento, la convocatoria al rezo es unánime, el eco producido por las distintas distancias es sobrecogedor.
La letanía se convierte en fogoso llamado a la rebelión, las palabras llegan a mis oídos rodeadas de clamores, como si una turbamulta se dispusiera a atacar, solo que sabíamos que era imposible que sucediera, lo mas probable era que otro suicida se lanzara con un camión lleno de explosivos contra nosotros...
C. se recosto, indolente, sobre el duro catre. Los pensamientos lo asaltaron casi inmediatamente, hecho una mirada deliberadamente inquisidora sobre el resto de los allí presentes, se detuvo sobre los detalles mas insignificantes, un botón suelto, una mancha de grasa...
La conversación no lo atrapaba, pero dedicaba frases inconexas, no demasiado pensadas.
La intrascendencia de la conversación lo sumió en un sueno liviano.
Los gritos y los pitazos los escucho cuando ya se hallaba a medio vestir, automaticámente se acordono las botas y se lanzo al patio de armas, como siempre era uno de los primeros, jamas dormía profundamente, y por eso el brutal despertar no lo perturbaba, sufria al ver a los otros salir lagañosos y desprolijos, con los ojos heridos de luz y cansancio.
Los gritos de urgencia de sus compañeros que apuraban a los mas lentos hendían la noche helada, los reflectores iluminaban con maniacal violencia el pequeño espacio fuera de las carpas, creando con el vapor de las respiraciones fugaces figuras de cristal.
La voz cortante de Ioram termina de despertar a los mas dormidos, su dicción cablegráfica y monocroma, acentuándose solo en ocasiones, les llega con inusitada efectividad. Solo veian una sombra recortada contra la profundidad del desierto, ya que siempre se situaba fuera del campo de luz.
Con seca determinación nos movemos a través de la noche atacados de una locura de urgencia y recóndito temor.
Un sordo pac-pac nos llega a través de la oscura y siniestra noche, a medida que se acerca, su sonido nos aturde y el polvo que levantan las aspas se mezcla con la luz blanca de sus reflectores y los del campamento, una cortina irreal que nos enceguece y ahoga, los preparativos se completan en poco tiempo, los helicópteros nos tragan en su panza, atiborrados de equipo, se elevan y se introducen en la noche.
EMBOSCADA
Avanzaban en la penumbra como fantasmas, solo el rudo roce de las ropas, los pasos sordos, las respiraciones entrecortadas, un paso delante de otro, la tierra pesada se adhería a las botas, haciéndolas un tonelada mas pesadas.
Las sombras se deslizaban entre los cultivos, las terrazas, un paso delante de otro, el sudor frío se acumulaba en las cejas, el peso en las correas corroía la piel de los hombros. los dientes apretados, la mente en blanco, los pies que ya no se sienten.
Un kilómetro mas, y otro..
El pelotón avanzaba, veinte pares de pies y un solo cuerpo y una sola mente, es en ese momento que toda individualidad se pierde, se actúa como un organismo.
El tiempo ayuda, no hace calor, solo el barro acumulado bajo las suelas dificultan el avance.
La salida a una emboscada estaba llena de rituales, solo los mas experimentados podían entenderlos. Lo primero, la vestimenta, todos los soldados se abrigaban lo suficiente como para pasar una noche entera en un solo lugar, inmóviles. Por otra parte todos los brillos se enmascaraban, los relojes, las placas de
identificación, todo metal brillante se eliminaba.
La segunda parte del ritual era la danza, cada soldado saltaba con el fin de descubrir si algún metal hacia ruido, o si las cantimploras estaban perfectamente llenas, ya que si no lo estaban, el ruido del agua, en la noche, sonaba como una catarata. El examen se completaba con hacer sonar la cajita de fósforos que era parte del equipo de cada uno, se suponía que no debía hacer ruido.
Solo después de una detallada revisión se lanzaban en la noche y la oscuridad se aliaba en la destrucción.
Solo en un rincón de su conciencia le quedaba espacio a C. para observar lo que lo rodeaba. La luces tenues de las aldeas le daban una idea aproximada de la distancia recorrida.
Había poca hierba y al cabo de un rato desaparecieron arboles y arbustos, y de los que habían muerto mucho tiempo atrás solo quedaban unos troncos retorcidos, rotos y ennegrecidos. Habían llegado a la desolación del Dragón, su poderoso aliento no solo destruía, sino que acababa con toda posibilidad de vida. Ese pedazo de tierra calcinada era usada una y otra vez como escenario cruel de una guerra absurda, el Dragón...
La fuerza llego al lugar de la emboscada, inmediatamente se organizo un sistema de emboscada en estrella, cada soldado se tendía mirando hacia un punto cardinal, entrecruzando sus piernas con los compañeros a su lado, con el fin de comunicarse en el mayor de los silencios.
La red se tendió en segundos, el silencio volvió al oscuro páramo, el tiempo sin pulso se deslizaba, malicioso, en los huesos entumecidos por la posición y el suelo frío.
La horas pasaban, y el cuerpo dolorido ayudaba a acelerar el ritmo de los pensamientos que comenzaban a bailotear, salvajes, por las mentes. La tierra del lugar no era exactamente cómoda, a pesar del uniforme y el abrigo extra que se traía en las mochilas, cada pliegue del terreno se incrustaba en las costillas y las piernas.
Los ojos brillaban buscando el mas tenue de los movimientos, el roce mas leve crispaba nuestros oídos y nos tensaba como arcos dispuestos al disparo.
La silueta irregular e informe del horizonte amenazaba posibles enemigos.
Nada se movía en el yermo y de cuando en cuando un negro cuervo sobrevolaba, ominoso, lanzando asperos graznidos.
Como al margen de la increíble escena de soldados al acecho, en la noche, la mente de C. estallaba en una miríada de flashes de recuerdos, de imágenes, siniestros pensamientos, de perdida, de muerte, de sangre. Sin embargo los caóticas pensamientos se ordenaban como un rompecabezas, como si después de una cacofonía ancestral, el silencio purísimo.
Una grieta en la realidad, por la que se colaban los mas primitivos sones, le llenaba el alma de violencia.
Con esos pensamientos tenebrosos, la tensa espera se quebró en pedazos, no podía pensar, el sonido seco y sibilante de los disparos, su propia alma tableteando entre sus dedos, sus ojos buscando avidamente un blanco, su cuerpo tenso, como esperando la herida mortal, pero no podía pensar, no lo habían entrenado para eso, no le hicieron repetir los ejercicios mil veces para que los razonara, sino para que los hiciera. Se dejo llevar por la violencia ciega del instante y se abandono a sus instintos.
Siempre el silencio que sigue a una refriega es chocante, unos instantes de espera y luego a comprobar la sangrienta cosecha.
Un cadáver en la noche siempre parece menos humano.
La oscuridad borra los charcos de sangre y la tierra ya saturada de sangre libanesa se traga los restos de los muertos.
Las sombras se deslizaban entre los cultivos, las terrazas, un paso delante de otro, el sudor frío se acumulaba en las cejas, el peso en las correas corroía la piel de los hombros. los dientes apretados, la mente en blanco, los pies que ya no se sienten.
Un kilómetro mas, y otro..
El pelotón avanzaba, veinte pares de pies y un solo cuerpo y una sola mente, es en ese momento que toda individualidad se pierde, se actúa como un organismo.
El tiempo ayuda, no hace calor, solo el barro acumulado bajo las suelas dificultan el avance.
La salida a una emboscada estaba llena de rituales, solo los mas experimentados podían entenderlos. Lo primero, la vestimenta, todos los soldados se abrigaban lo suficiente como para pasar una noche entera en un solo lugar, inmóviles. Por otra parte todos los brillos se enmascaraban, los relojes, las placas de
identificación, todo metal brillante se eliminaba.
La segunda parte del ritual era la danza, cada soldado saltaba con el fin de descubrir si algún metal hacia ruido, o si las cantimploras estaban perfectamente llenas, ya que si no lo estaban, el ruido del agua, en la noche, sonaba como una catarata. El examen se completaba con hacer sonar la cajita de fósforos que era parte del equipo de cada uno, se suponía que no debía hacer ruido.
Solo después de una detallada revisión se lanzaban en la noche y la oscuridad se aliaba en la destrucción.
Solo en un rincón de su conciencia le quedaba espacio a C. para observar lo que lo rodeaba. La luces tenues de las aldeas le daban una idea aproximada de la distancia recorrida.
Había poca hierba y al cabo de un rato desaparecieron arboles y arbustos, y de los que habían muerto mucho tiempo atrás solo quedaban unos troncos retorcidos, rotos y ennegrecidos. Habían llegado a la desolación del Dragón, su poderoso aliento no solo destruía, sino que acababa con toda posibilidad de vida. Ese pedazo de tierra calcinada era usada una y otra vez como escenario cruel de una guerra absurda, el Dragón...
La fuerza llego al lugar de la emboscada, inmediatamente se organizo un sistema de emboscada en estrella, cada soldado se tendía mirando hacia un punto cardinal, entrecruzando sus piernas con los compañeros a su lado, con el fin de comunicarse en el mayor de los silencios.
La red se tendió en segundos, el silencio volvió al oscuro páramo, el tiempo sin pulso se deslizaba, malicioso, en los huesos entumecidos por la posición y el suelo frío.
La horas pasaban, y el cuerpo dolorido ayudaba a acelerar el ritmo de los pensamientos que comenzaban a bailotear, salvajes, por las mentes. La tierra del lugar no era exactamente cómoda, a pesar del uniforme y el abrigo extra que se traía en las mochilas, cada pliegue del terreno se incrustaba en las costillas y las piernas.
Los ojos brillaban buscando el mas tenue de los movimientos, el roce mas leve crispaba nuestros oídos y nos tensaba como arcos dispuestos al disparo.
La silueta irregular e informe del horizonte amenazaba posibles enemigos.
Nada se movía en el yermo y de cuando en cuando un negro cuervo sobrevolaba, ominoso, lanzando asperos graznidos.
Como al margen de la increíble escena de soldados al acecho, en la noche, la mente de C. estallaba en una miríada de flashes de recuerdos, de imágenes, siniestros pensamientos, de perdida, de muerte, de sangre. Sin embargo los caóticas pensamientos se ordenaban como un rompecabezas, como si después de una cacofonía ancestral, el silencio purísimo.
Una grieta en la realidad, por la que se colaban los mas primitivos sones, le llenaba el alma de violencia.
Con esos pensamientos tenebrosos, la tensa espera se quebró en pedazos, no podía pensar, el sonido seco y sibilante de los disparos, su propia alma tableteando entre sus dedos, sus ojos buscando avidamente un blanco, su cuerpo tenso, como esperando la herida mortal, pero no podía pensar, no lo habían entrenado para eso, no le hicieron repetir los ejercicios mil veces para que los razonara, sino para que los hiciera. Se dejo llevar por la violencia ciega del instante y se abandono a sus instintos.
Siempre el silencio que sigue a una refriega es chocante, unos instantes de espera y luego a comprobar la sangrienta cosecha.
Un cadáver en la noche siempre parece menos humano.
La oscuridad borra los charcos de sangre y la tierra ya saturada de sangre libanesa se traga los restos de los muertos.
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